Salimos de Bryce Canyon con dirección sur y la carretera
continua bordeando montañas y valles de piedra rojiza.
Los parques del sur de Utah quedan atrás. Hacemos un alto para
recopilar información sobre el Cañón del Colorado en la ciudad de Kanab,
fronteriza con Arizona.
La oficina de turismo nos recuerda la cantidad de películas
del oeste que se han rodado en estos parajes.
Nuestro recorrido natural nos lleva a visitar el Cañón del
Colorado por su parte norte. El único inconveniente es que hay que salir por la
misma carretera y repetir los últimos 130 km.
La ribera norte se encuentra a una altitud entre 2400 a 2600
metros, aquí ha desaparecido el árido desierto y entramos en una zona climática
de tipo canadiense, con bosques de pinos y abetos.
Nada más entrar en el parque, en la pradera vemos una manada
de bisontes.
Las crías son una simpática estampa sesteando desde primera
hora de la mañana.
Llegamos directamente al camping pero esta todo reservado,
tendremos que pasar la noche fuera del parque. Desde aquí sale un sendero hasta
la Punta del Angel.
Las dimensiones del cañón son de tal magnitud que es imposible
captar desde los miradores toda su grandeza.
Esta profunda brecha tiene una longitud de 350 km., con una
anchura máxima de 30 km. y una profundidad de 1500 metros.
La visita por la ribera norte tiene varias ventajas, está
poblado de pinos, a una altura superior de 400 metros sobre el lado sur y lo
mas importante, es muchísimo menos turística, el sur lo visitan unos 4.000.000
de personas al año y este solo 400.000.
Cerca de este mirador y sobre el acantilado se encuentra el
lodge y desde sus ventanales se pueden ver las vistas sobre el cañón.
Desde aquí unos 35 km. de estrecha carretera nos conducen
hasta el Cabo Real.
Donde vemos por primera vez al fondo del cañón el rio
Colorado.
Otra pequeña caminata nos lleva a la Ventana de los Ángeles.
En febrero de 1540, un grupo de españoles, bajo el mando de
Francisco Vazquez de Coronado, partió de Méjico y exploro gran parte del cañón,
siendo los primeros europeos que lo hollaron.
El último sendero nos lleva a Cabo Final.
Dejamos atrás la buena temperatura y los bosques de coníferas
del parque y regresamos por la misma carretera.
El paisaje, conforme descendemos de altitud se vuelve seco y
árido.
Ahora circulamos por la autopista I15 que nos llevara a Las
Vegas en Nevada.
400 kilómetros después y 2000 metros menos de altitud,
entramos en la llanura desértica, donde se encuentra Las Vegas.
Bajo un sol de plomo recorremos las atestadas autovías de esta
ciudad convertida en un inmenso parque de atracciones para adultos.
El Hotel Circus Circus,
en el centro de la ciudad, tiene una zona habilitada para caravanas y es una
buena opción para conocer la ciudad.
Desde su fundación Las Vegas permanece abierta las 24 horas
del día, solo ha cerrado el día de la muerte del presidente Kennedy.
Mientras nosotros descendíamos por el norte, nuestro sobrino
Paco viajaba desde Florida a California y establecimos esta ciudad como punto de
encuentro.
Durante el día el calor es insoportable, con una temperatura
en verano que supera los 40º. Al anochecer, cuando se suaviza, las calles se
llenan de gente, sobre todo el famoso Boulevard Las Vegas.
Nos parece incomprensible que esta ciudad sin ningún
atractivo, que no sea el juego y la diversión, sea visitada todos los años por
40 millones de turistas.
Cuando el sol desaparece, el neón es el auténtico protagonista
de la calle. Aquí se encuentran algunos de los hoteles más lujosos, grandes y
extravagantes del mundo.
A pesar de todo, merece la pena una visita para conocer de cerca
este extravagante mundo.
Mapas del recorrido.
Filopensamientos y otras cosas……………
En 1840 se crea en el valle de Las Vegas, en pleno desierto,
un lugar de acampada para las caravanas que transitaban el antiguo camino
español, que unía Santa Fe en Nuevo Méjico con San Francisco en California.
Después vendría el ferrocarril en 1905.
Pero el verdadero impulso lo obtuvo esta ciudad cuando Nevada
autorizo el divorcio, rodeado de estados conservadores y puritanos.
Este trámite exigía un periodo de 42 días de estancia en Las
Vegas. Así en 1931 se autorizó todo tipo de juegos para distraer al personal
durante esos días.
El primer visionario fue el gánster Benjamin Siegel, apodado
Bugsy (que en yanqui significa majara), que construyo el primer casino gigante
en 1946, el Flamingo.
Hoy en día Las Vegas representa todas las contradicciones y
locuras del país: desmesurada arquitectura, despilfarro eléctrico, comida
abundante a discreción, frenesí por ganar o por gastar, matrimonios o divorcios
relámpagos………
Su apodo Sin-City o la Ciudad del Pecado, bien define a este
país tan puritano.
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