martes, 28 de octubre de 2014

Kirguistán


Una vez pasada la frontera de Tayikistán, la pista sigue ascendiendo hasta coronar el paso de Kyzyl-Art de 4.280 m. Una cabra Marco Polo de cemento se yergue orgullosa recordando cuando ella era la reina de estas montañas antes de que el hombre casi la exterminara. Ahora es casi imposible verlas.







Estamos a mediados de julio y aunque las temperaturas son agradables durante el día por la noche bajan rondando los cero grados. Incluso puede llegar a nevar, como la pasada noche que ha dejado la pista embarrada haciendo más difícil el descenso.




Estos pobres kirguís  han roto en el peor sitio, pero están en su medio y pronto lo resolverán. No queremos pensar lo que nos supondría romper en un medio tan hostil, tan alejados de un posible taller y sin conocer el idioma. Aquí solo hablan el kirguiz y el ruso.




Unos kilómetros después pasamos la frontera de Kirguistán. Solo hace unos meses que los españoles no necesitamos visado, en cinco minutos nos sellan el pasaporte  y entramos en el país.




Continuamos descendiendo el puerto y las primeras edificaciones que vemos son unas antiguas instalaciones para el mantenimiento de la carretera.




Aquí solo vive una familia con su ganado y este simpático niño que no levanta un palmo del suelo nos invita a un té.







Algunos arroyos han destrozado la pista a su paso ayudados por las lluvias y el deshielo.







La ruta del Pamir es todo un hito para los más atrevidos, preparados y aventureros ciclistas de todo el mundo. 1300 Km. desde Dusambé en Tayikistán hasta Os en Kirguistán. Paramos a saludar y darle ánimo a este simpático ingles que comenzaba el ascenso.




Poco a poco en nuestro descenso el valle se va ensanchado y  en la lejanía van quedando las nevadas cumbres de esta cordillera.




A 45 Km. de la frontera llegamos al pueblo de Sar-Tas. Un importante cruce de carreteras hacia China y Tayikistán.




Mientras esperábamos de nuevo a reunirnos con nuestras amigas, cambiamos dinero y hacemos una pequeña compra.




Aunque hemos dejado el Pamir no por ello desaparecen las montañas ahora cruzamos las Alaj Range con un puerto de 3.615 m.




A esta altitud el tiempo refresca  y paramos a tomarnos un té en una yurta.







Las yurtas es el elemento más representativo de este país, tal es así que en su bandera esta dibujada la pieza central de la cúpula de estas tiendas tradicionales kirguiz.







Pero sin duda lo que más nos llama la atención, es el paisaje que nos rodea. Montañas cubiertas de verde pasto que ondulan hasta el horizonte,  salpicadas por blancas yurtas y  grandes manadas de caballos que pacen libres.







Parece un mundo idílico donde las necesidades básicas están cubiertas y la vida trascurre en libertad y armonía con la naturaleza.










Kirguistán es un pequeño país, rodeado de altas montañas. Su población llego hace unos 400 años procedentes de Siberia, buscando buenos pastos para sus animales.










En la actualidad todavía mantienen sus costumbres semi-nómadas. En el verano suben a los altos prados donde viven en sus tradicionales yurtas.










Seguimos descendiendo entre altas montañas en dirección  a la ciudad de Osh.




Después de las malas pistas pasadas de montaña, cuando la carretera tiene un asfalto impecable, reventamos una rueda.




En dos horas  entre los cuatro conseguimos cambiarla.







Esta rueda la habíamos reventado y reparado en Camerún por un corte de una piedra lateral. Se volvió a reventar en Tanzania donde la cosieron y recauchutaron. Ahora definitivamente ha muerto después de 50.000 km.






Poco después entramos en Osh y aunque por muchos siglos fue un importante punto de paso en la Ruta de la seda, en la actualidad nada queda de ello salvo su mercado, Jayma Bazar, uno de los más importantes de Asia Central.




Por su proximidad a las fronteras a él acuden también los uzbecos y tayiks, y se extiende a lo largo de más de un kilometro en la orilla oeste del rio.







En el puedes encontrar todo lo imaginable,  como en este puesto que venden moldes para adornar el pan.







En Osh nos despedimos con pena de nuestras amigas que terminaban su viaje y volaban  de vuelta a España.







Nosotros continuamos hacia el norte.  Arslanbob, un elevado oasis a 1600 m. de altura es nuestro siguiente destino.




Su bosque de nogales es el más grande el mundo, según dicen los lugareños, y se extiende entre las cadenas montañosas de Fergara y Chatkal.







Son muchos y variados los recorridos de montaña que se pueden hacer teniendo como base este bonito pueblo.







Este país, como su vecino Tayikistán, es extremadamente abrupto. Las carreteras aprovechan los cursos de los ríos para cruzar estas altas montañas.




El rio Naryn nos acompaña a lo largo de 200 kilómetros, unas veces entre escarpados y estrechos desfiladeros y otras formando espectaculares lagunas de azul turquesa.







Aunque estamos rodeados de montañas la altitud es de tan solo 900 metros y el calor del verano hace muy apetecible un baño en estas azules aguas.







Mapas del recorrido.







Filopensamientos y otras cosas……………


Kirguistán es una pequeña nación de 198.500 km2 y tan solo 5,5 millones de habitantes, encajonada en Asia Central entre Kazajistán, Uzbekistán, Tayikistán y China.

Esta ex república soviética no tiene las espectaculares construcciones de Uzbekistán, ni la atrayente cordillera del Pamir, pero este pintoresco, variado y acogedor país tiene un  gran atractivo para un incipiente turismo de aventura que va un paso mas allá de los destinos tradicionales, como senderismo por elevadas montañas de 7000 metros, descensos de ríos de aguas bravas, largos itinerarios de varios días a caballo….

Los alojamientos son con las familias en sus tradicionales yurtas rodeadas de verdes pastizales donde pace libre su ganado y donde la naturaleza y las costumbres de este pueblo permanecen inalteradas desde hace siglos.