miércoles, 27 de febrero de 2019

Méjico, hacia la Península de Yucatán.



Seguimos hacia el sur bordeando la costa del golfo de Méjico, circunvalando Veracruz.




 Buscamos un lugar en la playa donde darnos un chapuzón que nos alivie del sofocante calor y paramos en Alvarado, una lengua de tierra entre la laguna interior y el mar.










Parece que esta época del año no es la mejor para disfrutar de estas playas que encontramos llenas de restos vegetales (una especie de lirios) que las corrientes sacan de la laguna y depositan en la playa.







Los pueblos mejicanos no se caracterizan especialmente por su belleza, pero en la lejanía sus casas multicolores dan el pego.







La presencia policial en las carreteras es constante, encaramados en las pick-up con sus ostentosas armas. Aunque parece que tienen una consigna para no molestar a los turistas, pues no nos han parado nunca.




La costa caribeña es baja, de densa vegetación, surcada por algunos ríos que vienen de las montañas del interior.




De nuevo la carretera se pega a la costa antes de llegar a Ciudad del Carmen en la península de Yucatán.







Un bonito lugar donde la carretera transita por una manga de arena de unos 60 km. entre la laguna de Términos y el mar del Caribe.







Aquí vemos por primera vez una iguana.







El mar es el principal sustento de los pueblecitos de estas costas.










En Champotón pasamos la noche en el malecón, observando el devenir de los pescadores que se hacían o recogían de la mar.







Al día siguiente entramos en la ciudad histórica de Campeche, con su hermosa arquitectura colonial española.













Fue el principal puerto colonial en la península del Yucatán, desde donde se exportaban maderas y raíces para la elaboración de tintes.










Sufrió frecuentes ataques de los piratas ingleses, franceses y holandeses y por ello se alzaron gruesas murallas alrededor de la ciudad.







La parte moderna que se asuma al mar la recorre un bonito malecón.







Nuestro periplo continúa hacia el oeste, primero bordeando la ciudad de Mérida y haciendo noche en el pequeño pueblo de Piste, donde se encuentran las ruinas de Chichén Itzá.







Este yacimiento maya es el mejor conservado de la península de Yucatán. Se construyo alrededor del siglo XI y llego a albergar una población de 35.000 habitantes.










Destaca el juego de pelota más largo de Mesoamérica, con 168 metros. Todavía están en su sitio los dos anillos por donde tenía que pasar la pelota.




Más que deporte o entretenimiento tenía un carácter ritual, los perdedores eran sacrificados después del partido, lo que se consideraba una manera honrosa de morir.




En un extremo de las ruinas se encuentra el cenote sagrado venerado como morada del dios de la lluvia.




El castillo es la estructura piramidal más impresionante del conjunto dedicada al Dios Kukulcan.




Este yacimiento conserva también un observatorio astronómico, como confirman las hendiduras de los muros que corresponden a las posiciones de algunos cuerpos celestes.




El templo de los Guerreros destaca por sus numerosas columnas.







Algunos nombres de los edificios se los pusieron los españoles cuando los descubrieron, como el llamado Convento porque les recordada a las celdas de los monjes.




Las iguanas son fáciles de ver entre las ruinas.







La península del Yucatán esta horadada por miles de cenotes y cuevas y es otra buena manera de refrescarse en estas subterráneas piscinas naturales.







Nosotros visitamos el cenote de Dzitnup al que se desciende por unas escaleras. Es prácticamente una cueva con una abertura por donde entra la luz.







Mapas del recorrido.







Filopensamientos y otras cosas……………

No soy pobre, soy sobrio, liviano de equipaje.

Vivo con lo justo para que las cosas no me roben la libertad.

“José Mujica”