Por la mañana, con un cielo rayado de nubes, dejamos el
pequeño pueblo de Erdenedalai.
El Gobi ocupa la tercera parte del país, pero solo un 3% se
compone de arena, el resto lo forma una grava desigual y grisácea. Esta región
es conocida por sus rebaños de camellos. Los camellos bactrianos mongoles de
dos jorobas, se les conoce como los barcos del desierto.
Un pequeño ovoo y una estupa junto al camino se alzan en una
colina proxima a Saikhan-Ovoo, a 111 km. de Erdenedalai.
Acampamos junto al rio Ongi, donde las manadas de caballos
vienen a abrevar.
A partir de aquí
nuestra ruta se dirige hacia el noroeste. Una pista suave y rápida nos lleva
por grandes explanadas con pocos accidentes del terreno.
Los tejados de colores en la lejanía nos anuncian la llegada a
Bayangol.
La escolarización en Mongolia es muy elevada, la tasa de
alfabetización es del 99,1%. Todos los pueblos por pequeños que sean tienen sus
escuelas.
Las viejas furgonetas rusas 4x4 son sin lugar a duda el
vehículo mejor adaptado a las condiciones del terreno en Mongolia.
Seguimos hacia Arvaikheer y como ya es normal en esa
despoblada Mongolia, son los animales los que dominan el horizonte.
Conforme subimos hacia el norte el desierto abandona su
crueldad y un verde azulado se va apoderando de la tierra.
Esta pequeña oveja se había extraviado del rebaño y fuimos a
buscar al pastor para que la recogiera. Unos buitres andaban al acecho no muy
lejos.
Los límites de las provincias suelen estar marcados. Este arco
a la salida de Arvaikheer nos pareció especialmente bonito.
En Arvaikheer encontramos unos 60 kilómetros de asfalto hasta
el cruce hacia Kharkhorin.
Ya hemos dejado el desierto y las montañas del centro todavía
retienen la nieve caída semanas atrás.
Los siglos pasan pero quizás este paisaje no haya variado
desde que Temujin lo cabalgara.
Una hierba incipiente y rala va cubriendo las colinas de la
estepa mongola conforme avanza la primavera.
Las pistas se renuevan buscando el terreno más propicio y nos
crea la incertidumbre de cuál es la que debemos seguir, que en realidad no es
ninguna y todas a la vez.
Poco antes de llegar a Kharkhorin la pista pasa por el
monasterio Shankh que sobrevivió milagrosamente a la purga estalinista de los
años 1930.
Se dice que durante un tiempo el templo acogió el estandarte
negro de Gengis Kan, el cual simbolizaba el poder militar del gran Kan.
Después de cruzar el rio Zegstiin llegamos a Kharkhorin.
Gengis Kan decidió en 1220 instalar la capital de su reino
aquí y la llamo Karakorum. Entre los escasos vestigios solo se han encontrado
tres de las cuatro tortugas con estelas que limitaban el cuadrado de 4000 m. de
lado que ocupaba la ciudad.
Una de ellas se encuentra en el museo de Ulan-Bator, otra
sobre una colina que domina el valle y la tercera cerca del recinto amurallado
del monasterio Erdene Zuu.
Erdene Zuu es el principal motivo de visita a la ciudad. Fue
el primer monasterio budista construido en Mongolia en 1586.
Un gran muro de ladrillo de 400 m. de lado y 108 estupas (número
sagrado budista) delimitan a modo de fortaleza este monasterio.
En 1872 el recinto llego a albergar 62 grandes templos.
Desgraciadamente, la mayor parte de estas joyas del arte budista fueron
reducidas a cenizas por la sin razón totalitaria soviética.
Entre 1937 y 1938 el terror se desato en Mongolia: la policía
secreta bolchevique llevo a cabo terribles purgas para el exterminio de
cualquier vestigio de tradición budista. El termino budista “compasión”
desapareció del vocabulario mongol.
Como resultado miles de monjes fueron asesinados, victimas de
ejecuciones sumarísimas, y enterrados en fosas comunes que se extendieron a lo
largo de todo el país. Las cifras oficiales hablan de 30.000 asesinatos, pero
otras fuentes elevan el número de muertos a centenares de miles.
También muchos ovos desaparecieron en aquella época
prohibiéndolos y catalogándolos de superstición. Pero han vuelto a levantarlos
y a adorarlos. Los encontramos a lo largo de todas las rutas, en los lagos, en
los ríos o en las cimas de las montañas.
Atrás dejamos Karakorum y cruzamos el gran valle del rio
Orkhon, declarado Patrimonio de la Humanidad en 2004, por representar la
evolución de las tradiciones ganaderas nómadas durante más de dos milenios.
Dejamos el asfalto que une Ulan-Bator con Tsetserleg y nos
desviamos hacia Tubshruulekh.
Nuestro próximo objetivo es llegar a las fuentes termales de
Tsenkheriin. La ruta transita por unos parajes de gran belleza.
Algunas lagunas todavía permanecen heladas.
Aunque estamos a mediados de mayo, la corta primavera todavía
no ha irrumpido con sus verdes y sus flores y son los grises y los marrones los
que dominan algunos fríos valles.
Mapas del recorrido.
Filopensamientos y otras cosas…………………..
Poco antes de morir Kapuscinsky lego su remembranza publica,
Viajes con Herodoto, y dio una gira para presentarlo.
En la entrevista decía que en sus periplos, además que a la
relación con el ser humano, había correspondido a la necesidad de huir de lo
diario, de la burbuja de comodidad que nubla al hombre.
Quizás Mongolia sea uno de esos lugares donde más lejos te
encuentras de lo cotidiano, de la comodidad y del bienestar sedentario.
Los que en el interior llevamos un alma nómada, nos vemos
galopando junto a Gengis Kan, en este océano de hierba virgen, cuyas colinas
son verdes olas, con la sensación de libertad que se experimenta cuando formas
parte de la naturaleza que te rodea, cabalgando hacia un horizonte que se
alarga hacia el infinito.