El día 22 de octubre, ya finalizando el monzón del verano,
entramos de nuevo en Tailandia. Como siempre, al ser una frontera terrestre,
solo nos dan 15 días de visado por el que no cobran nada.
Las carreteras tailandesas son las mejor conservadas de los
países que hemos visitado hasta ahora del sureste asiático, pero de nuevo nos
tenemos que acostumbrar a conducir por la izquierda.
La ruta discurre paralela a la costa por el golfo de
Tailandia. La aportación de los numerosos ríos que aquí desembocan, provocan
que las aguas de estas playas estén bastante turbias. La mayoría de esta costa
está ocupada por manglares.
El manglar está formado por arboles muy tolerantes a la sal,
que ocupan las zonas costeras y próximas a las desembocaduras de los ríos en
las zonas tropicales. Sirven de cobijo a muchas especies de aves, peces y
crustáceos.
Tailandia es también famosa por sus playas e islas, pero son
las del sur, que están en mar abierto, las que tienen aguas claras y
cristalinas. Hacia allí nos dirigimos teniendo que cruzar la descomunal ciudad
de Bangkok.
En esta ciudad viven más de siete millones de personas, con
una extensión de 560 km2, donde más de dos millones de vehículos circulan al
mismo tiempo por una encrucijada de carreteras, autopistas a distintos niveles,
con unos atascos monumentales y una contaminación ambiental y acústica que
sobrepasan todos los niveles.
El paso por estas grandes ciudades nos da más miedo que la
soledad de los desiertos. No queremos pensar el atasco que se originaría si
tuviéramos que cambiar una rueda por un pinchazo en medio de este caos.
Unos 160 km. al sur de Bangkok de nuevo encontramos un remanso
de paz y tranquilidad junto a la playa y un poblado de pescadores.
Aunque muy cerca, en la ciudad de Cha-Am, vemos como el
turismo local abarrota las playas más populares. Miles de sombrillas los protegen
del sol ya que estar moreno en Tailandia es símbolo de pobreza.
La temperatura media se mantiene por encima de los 30º y como
la carretera discurre cerca de la costa, todo los días paramos en alguna playa
donde la brisa marina hace más llevadero el calor.
La roca caliza y la abundancia de agua hacen que en este país
existan multitud de cuevas, la mayoría de ellas veneradas, ya que albergan
numerosos altares budistas.
Conforme nos dirigimos hacia el sur la península de Tailandia
se ensancha y decidimos bajar por la costa oeste en el mar de Andamán.
Unos 50 km. al sur de la ciudad de Ranong hacemos noche en un
parque natural junto a la desembocadura de un rio. (N 9º 35’ 56.5’’ E 98º 28’
14.6’’)
Con la marea baja, las barcas de pesca quedan varadas en la
negra playa volcánica.
Esta costa fue la que sufrió la peor embestida del tsunami en
diciembre del 2004, en esta provincia se cobro más de 6000 vidas. A lo largo de
ella han construido refugios, así como carteles que indican las zonas de
evacuación.
Conforme vamos hacia el sur las playas van ganando en belleza.
Ya en la provincia de Phang-Nga visitamos unas cascadas. (N 8º
27’ 49.1’’ E 98º 16’ 51.3’’)
Un pequeño parque rodeado de una exuberante selva donde
aprovechamos para darnos un refrescante baño.
Como la carretera circula paralela a la costa, vamos parando
para bañarnos o pasar la noche en la playa. Esta vez descubrimos un pequeño
aparcamiento donde, para nuestra sorpresa, se encuentran dos camiones parecidos
al nuestro. (N 8º 19’ 39.1’’ E 98º 15’ 51.3’’)
Lo mejor de todo es, que la pareja de austriacos con su camión
Mercedes, estaban formando un grupo para cruzar China en primavera, igual que
nosotros. Hablamos sobre nuestros planes y fijamos el mes de abril para
realizar esa travesía.
La otra pareja de suizos, viajaban en un enorme camión de
cuatro ejes y su pensamiento es vender el camión cuando terminen su recorrido
por el sureste asiático.
Nuestro próximo destino es la bahía de Phang-Nga, donde
alquilamos un barco para recorrer parte de sus fascinantes islas.
Esta bahía alberga uno de los paisajes más espectaculares del
mundo. Centenares de picachos redondeados de caliza, cubiertos de vegetación
emergen del mar.
Entre ellas la más famosa es la de Ko Ping Kan, más conocida
como la isla de James Bond ya que en ella se rodaron escenas de una de sus
películas.
El recorrido termina con la visita de la isla de Panyi, un
poblado de pescadores musulmanes, erigido sobre palafitos con su mezquita.
El terreno es tan escaso, que hasta la pista de deportes es
flotante.
Siguiendo la costa oeste hacia el sur pasamos la población de
Krabi. Circulamos por una excelente carretera.
A unos 90 km al sur de la ciudad nos desviamos para entrar en
la impresionante playa de Rajamangala. (N 7º 31’ 17.0’’ E 99º 18’ 22.4’’)
La playa se extiende a lo largo de varios kilómetros y cuando
la marea baja, el mar se retira hasta casi perderse de vista.
En este lugar idílico y solitario acampamos varios días.
Con la marea baja, la arena esta dura y nos permite dar una
vuelta con el camión por la playa.
Como ya habíamos dicho, al entrar por una frontera terrestre
en Tailandia solo tenemos un visado de 15 días, hay que correr porque ya se nos
ha acabado. 250 km. más al sur llegamos al paso fronterizo con Malasia.
Mapas del recorrido.
Filopensamientos y otras cosas…………..
Cuando quieras emprender algo, habrá mucha gente que te dirá
que no lo hagas, cuando vean que no te pueden detener, te dirán como lo tienes
que hacer y cuando finalmente vean que lo has logrado, dirán que siempre creyeron
en ti.
Maxwell
Cómo tienta ese camión suizo que venden !!! (.....se lo he comentado a Jordi ) ;)
ResponderEliminarPasasteis por Satun, sur de Thailandia , frontera con Malaysia, donde estuvimos con los barcos.
Qué envidia!!! Disfrutad mucho, un abrazo, también para María.
Marina