Dejamos Lampang y por la nacional 11 nos dirigimos hacia el
sureste. En el punto de GPS N 17º 58’ 19.8’’ E 99º 55’ 19.6’’ nos desviamos
hacia el norte por una pequeña carretera asfaltada.
Ocho kilómetros después cruzamos el rio Yom y llegamos a un
pequeño parque ideal para acampar.
Junto al rio, en un acantilado de caliza, una escalera
ascendía hacia la entrada de una cueva.
Desde la infancia la montaña ha sido mi gran pasión y la espeleología
iba asociada a ella. De ahí mi interés en visitar estos mundos subterráneos.
La asociación de piedra caliza, las continuas lluvias que se
dan en el sureste asiático y el paso de miles de años dan lugar a estas
catedrales naturales.
Ahora tomamos hacia el sur por la comarcal 101. No podemos
evitar pensar en la falta de agua de nuestra tierra murciana a la vista de los
numerosos ríos que cruzamos.
Ochenta kilómetros después llegamos al importante conjunto arqueológico
de Si Satchanalai.
Este enorme parque histórico, de 720 hectáreas, está incluido en el patrimonio de la
humanidad por la Unesco.
Si Satchanalai está en un emplazamiento muy bonito rodeado por
un foso junto al rio Yom, un agradable paseo entre colinas.
Estas ruinas datan de los siglos XIII al XVI. En algunas
paredes todavía se conservan los estucos originales.
En el complejo destaca el templo de Wat Chang Lom, una estupa
acampanada rodeada por elefantes. Fue construido en el centro del recinto real
en 1285 por el monarca Ramkhamhaeng.
Continuando nuestro viaje hacia el sur, a unos 60 km. llegamos
a Sukhothai ( el amanecer de la felicidad).
Este fascinante parque histórico abarca 45 km2 y fue la
primera capital del reino de Siam.
Tras expulsar a los invasores jemeres comienza la primera
dinastía thai con el reinado de Indrathit en 1238.
Estas ruinas, patrimonio de la humanidad, son de las más
importantes que tiene Tailandia. Estas enclavadas en un bello entorno, rodeadas
de jardines y grandes lagos. Para nosotros lo peor fue el calor húmedo de estas
llanuras centrales.
Dejamos atrás estas legendarias ruinas y nos dirigimos hacia
la frontera con Laos que es nuestro próximo destino. La carretera transcurre
paralela a uno de los múltiples ríos, que con sus revueltas aguas teñidas de
tierra, descienden de las montañas.
A la orillas de la carretera vimos aparcados multitud de
coches y paramos picados por la curiosidad. Una pequeña cascada en el rio y
unas pozas creaban unas playas dónde la gente acudía a bañarse.
Un puente, suspendido por cables de acero, unía ambas orillas.
El pollo a la brasa es la típica comida popular en estas
excursiones.
De allí ascendimos al parque nacional de Phuruea, a 1340 m. de
altitud. Queríamos pasar unos días en la naturaleza, pero sobretodo alejarnos
del bochornoso calor de las llanuras.
Un sendero entre arboles envueltos en bruma nos conduce hasta
la cima, y aunque prometía una vista espectacular del entorno, no las pudimos
ver porque estuvo todo el tiempo cubierto de nubes y lluvia.
Bajando de las montañas nos rodean extensas plantaciones de
caucho, donde se obtiene la blanca y apestosa resina.
La cueva de Erawan es nuestro próximo destino y como en otras
ocasiones, esta también se dedica al culto de deidades budistas. (N 17º 20’
41.9’’ E 102º 01’ 15.5’’)
Una larga escalera nos conduce a la entrada presidida por un
enorme buda.
Aunque la cueva está parcialmente iluminada, cuando descendemos
y nos adentramos en ella, sus gigantescas proporciones te asombran e intimidan.
Después de recorrer un largo trecho llegamos a una colosal
estancia donde una redonda estalagmita es venerada como una divinidad.
Ya de camino a la frontera con Laos nos llama la atención un
parque sobre un yacimiento de restos de dinosaurios. Aunque estaba muy bien
montado y era muy llamativo, el lugar no tenía interés pues los huesos fósiles
encontrados se los habían llevado al museo de la capital.
Desde que entramos en este país hemos podido constatar la
veneración y el respeto que los tailandeses profesan a sus reyes, en todos los
pueblos y ciudades, organismos, escuelas, universidades……..siempre están
presentes.
Poco después iniciamos los trámites aduaneros para salir del
país.
Mapas del recorrido.
Filopensamientos y otras cosas……………
A Tailandia se la conoce como la tierra de la sonrisa y es que
casi cualquier persona con la que intercambies una mirada, te la regala como
una sincera expresión de bienvenida.
Los tailandeses, además con su actitud amable y relajada,
fruto de la filosofía budista que impregna cada rincón del antiguo reino de
Siam, contribuye generosamente a que el viaje por su tierra sea una maravilla.
Quizás la única pega que podemos contraponer a este relajado
país, sea su caluroso y húmedo clima, la temperatura siempre es elevada y en
algunos lugares como Bangkok la media máxima no baja de los 30º en ningún mes
del año.
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