Addis Abeba es la tercera capital más alta del mundo, situada
a 2.500 metros sobre el nivel del mar. Por esta elevada meseta en el centro de
la nación, la carretera serpentea entre cultivos.
La elevada altitud de este altiplano hace muy agradable la
visita de este país porque las temperaturas se mantienen siempre por debajo de
los 25 grados.
Casi sin darnos cuenta la carretera se asoma a un precipicio,
donde comienza una vertiginosa bajada hacia un profundo y abrupto valle.
En pocos kilómetros descendemos más de 2.000 metros. Abajo en
el valle contemplamos por primera vez el Nilo Azul.
Era la última hora de la tarde cuando comenzamos la subida por
la otra empinada ladera. La obscuridad de la noche hizo muy comprometida la
conducción, sobre todo cuando nos cruzábamos con otros vehículos y con el
ganado que venía de recogida en las angostas y estrechas curvas que se
precipitaban al vacio. En Dejen pasamos la noche.
De nuevo vemos a los buitres limpiar la carroña. Es la
consecuencia de la abundancia de animales en la carretera.
Esta vez la presa se la disputaban con los perros.
El paisaje a ambos lados de la carretera es de una
extraordinaria belleza.
En las proximidades del pueblo de Injibara descubrimos este
maravilloso paraje.
La belleza de este lugar quedo eclipsada por el mal trato que
tuvimos por parte de la policía, presentándose ya de noche cerrada y
despertándonos con un tiro al aire, para exigirnos el pago de una seguridad
inexistente.
Continuando nuestra ruta llegamos a la ciudad de Bahir Dar, al
sur del lago Tana. De allí tomamos una pista de tierra que nos conducirá a las
cataratas del Nilo Azul.
Treinta y dos kilómetros después llegamos a la pequeña aldea
de Tis Abay, que en amariña significa “el rio que humea”.
Para poder visitar las cascadas se requiere el pago de un
permiso que se obtiene en la oficina de turismo de esta población.
Este pequeño pueblo recibe la visita diaria de las gentes que
se asientan en esta comarca. Las encharcadas calles están ocupadas durante todo
el día por un constante trasiego de animales y personas que acuden a comerciar
y sobre todo a moler el grano.
El café es originario de la región etíope de Kaffa, donde
crecía de forma silvestre. Fue descubierto por un pastor hacia el año 450 al comprobar que sus cabras
después de haber comido el fruto de esta planta se ponían nerviosas e
intranquilas.
Además de ser uno de los pilares de su economía es la bebida
predilecta del país, siendo el primer consumidor en este continente.
Su elaboración es todo un ritual, donde el tiempo no cuenta,
preparándolo como antaño. Primero se ponen a tostar los granos de café.
Por último se pone a hervir en un recipiente de barro y se
sirve en unas pequeñas tazas. El resultado de este proceso manual da un café muy
fuerte y espeso, delicioso al paladar.
En un espectacular acantilado, las aguas del Nilo Azul se
precipitan formando unas increíbles cataratas de 45 metros de alto y 400 de
ancho.
El ruido, la fuerza y el humo provocado por estas caídas,
constituyen un imponente espectáculo de la naturaleza.
Hacía poco que había terminado la época de lluvias y el rio venia con todo su caudal, haciendo
comparable este salto de agua con las cataratas Victoria del rio Zambeze.
Lo que más nos gusto de su visita fue el poder recorrer libremente esta maravilla de la
naturaleza, incluso cruzar por este moderno puente colgante.
Regresamos de nuevo a la ciudad de Bahir Dar, que en amariña
significa “a la orilla del mar” ya que está situada en el extremo sur del lago
Tana. Visitando su club náutico.
El lago Tana es el más grande de todos los lagos etíopes, con
85 kilómetros de largo y 65 de ancho. Situado a 1.800 metros de altitud goza de
un clima tropical, con una temperatura media de 20º.
Más de treinta islas salpican el lago, las cuales albergan una
veintena de templos y monasterios cristianos, de los siglos XIII y XIV.
Nosotros nos dirigimos a la península de
Zeghe.
Los arboles se iban cerrando sobre la pista haciendo cada vez
más difícil el paso. Al final el único sitio donde pudimos dejar el camión fue
en el recinto de la pequeña escuela.
En esta península se encuentra uno de los monasterios más
impresionantes de este lago, el Ura Kidane Mihret del siglo XIV.
Su estilo arquitectónico es el típico ejemplo de iglesia
ortodoxa etíope, de argamasa de barro y planta circular, con techo de paja y
forma cónica.
Este monasterio es conocido especialmente por guardar entre
sus paredes magníficos frescos, manuscritos, objetos eclesiásticos, pinturas
religiosas y vestimentas reales de varios emperadores del siglo XIV.
Un denso bosque tropical rodea estos monasterios, en el se
pueden apreciar distintas especies de pájaros y monos. Multitud de senderos lo
recorren.
Filopensamientos y otras cosas………………
Hay países para turistas y países para viajeros. Etiopia es de
los primeros: es necesario un chofer y un guía para conocerlo, siendo ellos los
encargados de resolver los problemas que surjan, así como evitar que los
nativos molesten a sus clientes.
Si por el contrario decides conocer el país por tu cuenta, el
principal problema con el que te encuentras son sus más de 80 millones de
personas, siempre estas rodeado de un montón de ellas y en ningún momento puedes
estar solo. Como además eres blanco y eso significa dinero, todo el mundo va a
ver que te puede sacar, dinero, bolígrafos, ropa……..
Si preguntas por una dirección, no te la quieren decir,
quieren llevarte para sacarte un dinero. Si paras en un pueblo tienes a diez
que quieren guardar el camión. Si aparcas fuera de la carretera tienes otros
tantos diciendo que el terrenos es suyo y que tienes que pagar por estar allí.
No hablemos del precio de las fotos y un larguísimo etcétera que ha hecho muy
incomodo y decepcionante conocer este país, que por otro lado es uno de los más
bonitos de África.
A nivel paisajístico es de lo más bonito que he visto.
ResponderEliminarSaludos desde La Alberca para los viajeros. Estuvimos M Jesús y yo por esos maravillosos parajes que ahora atravesáis y os mandamos un fuerte abrazo.
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