domingo, 8 de marzo de 2020

Perú, por el altiplano.



Salimos de Cuzco por la carretera del altiplano que nos llevará al lago Titicaca. Pasamos la primera noche junto a la laguna Huacarpay, cerca de unas ruinas incas.







Cuzco fue una de las principales capitales incas y quedan vestigios de su pasado por todas partes. Unos kilómetros después llegamos a las ruinas de Rumicolca.




Estas impresionantes puertas servían como puesto de control para las personas que se dirigían a Cuzco.




Fueron levantadas sobre los cimientos de unas antiguas ruinas guari y con sus 12 m. de altura, son una de las construcciones más imponentes incas.




Esta estructura cumplía una doble función, ya que se utilizaba también como acueducto, por la parte superior pasaba un canal de agua.




Los paisajes del altiplano son los más atractivos de Perú.







Un bonito ejemplo es la carretera de las cuatro lagunas.










Que desemboca en el pueblo de Combapata, en la confluencia del Vilcanota con otro río y donde se encuentra un restaurado puente colonial.







En el pueblo de Putimarca dormimos antes de adentrarnos por las montañas de colores.







Recorriendo el pueblo llegamos hasta la escuela donde celebraban su aniversario y nos invitaron a ver la función que hacían los niños.













 Desde aquí nos adentramos en el valle por una pista de tierra, entre cultivos y pequeñas aldeas.







En algunos tramos la pista se estrecha peligrosamente y el paisaje se transforma conforme ascendemos.







Junto a una aldea de pastores dejamos el camión y comenzamos el ascenso a pie hacia las montañas de colores.










El entorno es fascinante, de alta montaña, coloreado de ocres y violetas.







Estamos por encima de los 4000 m., el cielo se empieza a cubrir y una fría aguanieve nos hace regresar sin llegar a nuestro objetivo.







Regresamos y ya de noche llegamos al pueblo de Checacupe, nos quedamos a dormir en la plaza de armas, junto a su iglesia colonial.










Al día siguiente continuamos hacia el sureste por el altiplano, que con su rala vegetación, sus picos nevados, sus azules lagunas y sus montañas de colores, es el paisaje más bello de Perú.













Paramos para visitar el  pequeño pueblo de Lampa, conocido como la Ciudad Rosada, por el barro utilizado en sus fachadas. Pero las nuevas construcciones no respetan su arquitectura tradicional y solo queda así una calle.




En la plaza de armas, como siempre, sobresale del resto de edificios la iglesia de Santiago Apóstol. Fue construida con cantos de río y argamasa en 1650.




El interior está ricamente adornado por pinturas coloniales de las escuelas de Quito y Cuzco.




También se pueden visitar las catacumbas con una colección macabra de huesos humanos.







Las tiendas de pueblo nos recuerdan las pequeñas tiendas de ultramarinos de nuestra infancia.




Cerca ya del lago Titicaca, nos desviamos hacia el complejo arqueológico de Sillustani, situado en una península en el lago Umayo.







Fue una necrópolis utilizada en distintas épocas por Pukaras, Collas e Incas, que abarca un periodo del 200 a.C. al 1532 d.C.







Las tumbas incas destacan por el perfecto ensamblaje de sus bloques de piedra y la característica arquitectónica donde la base es más estrecha que la parte superior.







Algunas tumbas se quedaron a medio construir, como muestra esta fotografía, con una rampa de trabajo y las piedras talladas a su alrededor.




En el camino a estas ruinas vive un pueblo indígena, con unas casas características que no hemos visto en todo Perú. Son como pequeñas fortificaciones que unen todos los elementos de la casa.




Visitamos una de ellas donde pudimos ver su forma de vida y su artesanía.







Además de las llamas crían cuis, ese roedor tan frecuente en su gastronomía.




Toda la estructura de la vivienda está en torno a un patio central con la cocina como principal elemento.




La característica principal es que todas las entradas y dependencias están protegidas de los malos espíritus por dos toritos de arcilla.




Mapas del recorrido.







Filopensamientos y otras cosas……….

Como vimos en el anterior blog, para visitar Machu Picchu contratamos un tour que incluía el traslado desde Cuzco, unos 200 km. que se realizan en las rápidas furgonetas en seis horas. Éramos 18 ocupantes, todos turistas de distintas nacionalidades.

Al poco de iniciar el trayecto, ya nos sorprendió el nulo interés que nuestros vecinos mostraban por la visión que se deslizaba a través de las ventanas.

Pronto la mayoría dormitaba o cerraban las cortinas para que nos les molestara la luz de un día radiante, sin ningún interés por lo que ocurría en el exterior. Y eso que pasamos por un puerto de montaña a 4.500 m. de altitud, con espectaculares vistas o pueblos que mostraban ruinas aztecas, o la estrecha pista de tierra sobre el río Urubamba, solo por poner unos ejemplos.

Nada de esto interesaba a estos turistas, lo cual me lleva a reflexionar sobre las diferencias que nos separan. Y quizás la más importante sea esta, para los viajeros el camino tiene la misma o más importancia que el objetivo, mientras que a los turistas solo parece que les interesa el selfi junto al monumento o las ruinas.

Cualquiera puede llegar en un viaje organizado a cualquier punto de interés turístico del mundo.

El verdadero reto, la verdadera aventura consiste en llegar por tus propios medios.





1 comentario:

  1. Coincido con el filopensamiento. Me irrita mucho viajar en bus y ver que todo el mundo pone la cortinilla.
    Un abrazo desde la costa de Oaxaca.

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