Salimos de Cuzco por la carretera del altiplano que nos
llevará al lago Titicaca. Pasamos la primera noche junto a la laguna Huacarpay,
cerca de unas ruinas incas.
Cuzco fue una de las principales capitales incas y quedan vestigios
de su pasado por todas partes. Unos kilómetros después llegamos a las ruinas de
Rumicolca.
Estas impresionantes puertas servían como puesto de control
para las personas que se dirigían a Cuzco.
Fueron levantadas sobre los cimientos de unas antiguas ruinas
guari y con sus 12 m. de altura, son una de las construcciones más imponentes
incas.
Esta estructura cumplía una doble función, ya que se utilizaba también como acueducto, por la parte superior pasaba un canal de agua.
Los paisajes del altiplano son los más atractivos de Perú.
Un bonito ejemplo es la carretera de las cuatro lagunas.
Que desemboca en el pueblo de Combapata, en la confluencia del
Vilcanota con otro río y donde se encuentra un restaurado puente colonial.
En el pueblo de Putimarca dormimos antes de adentrarnos por las
montañas de colores.
Recorriendo el pueblo llegamos hasta la escuela donde
celebraban su aniversario y nos invitaron a ver la función que hacían los niños.
Desde aquí nos
adentramos en el valle por una pista de tierra, entre cultivos y pequeñas
aldeas.
En algunos tramos la pista se estrecha peligrosamente y el
paisaje se transforma conforme ascendemos.
Junto a una aldea de pastores dejamos el camión y comenzamos
el ascenso a pie hacia las montañas de colores.
El entorno es fascinante, de alta montaña, coloreado de ocres
y violetas.
Estamos por encima de los 4000 m., el cielo se empieza a
cubrir y una fría aguanieve nos hace regresar sin llegar a nuestro objetivo.
Regresamos y ya de noche llegamos al pueblo de Checacupe, nos
quedamos a dormir en la plaza de armas, junto a su iglesia colonial.
Al día siguiente continuamos hacia el sureste por el
altiplano, que con su rala vegetación, sus picos nevados, sus azules lagunas y
sus montañas de colores, es el paisaje más bello de Perú.
Paramos para visitar el
pequeño pueblo de Lampa, conocido como la Ciudad Rosada, por el barro
utilizado en sus fachadas. Pero las nuevas construcciones no respetan su
arquitectura tradicional y solo queda así una calle.
En la plaza de armas, como siempre, sobresale del resto de
edificios la iglesia de Santiago Apóstol. Fue construida con cantos de río y
argamasa en 1650.
El interior está ricamente adornado por pinturas coloniales de
las escuelas de Quito y Cuzco.
También se pueden visitar las catacumbas con una colección
macabra de huesos humanos.
Las tiendas de pueblo nos recuerdan las pequeñas tiendas de
ultramarinos de nuestra infancia.
Cerca ya del lago Titicaca, nos desviamos hacia el complejo
arqueológico de Sillustani, situado en una península en el lago Umayo.
Fue una necrópolis utilizada en distintas épocas por Pukaras, Collas
e Incas, que abarca un periodo del 200 a.C. al 1532 d.C.
Las tumbas incas destacan por el perfecto ensamblaje de sus
bloques de piedra y la característica arquitectónica donde la base es más
estrecha que la parte superior.
Algunas tumbas se quedaron a medio construir, como muestra
esta fotografía, con una rampa de trabajo y las piedras talladas a su
alrededor.
En el camino a estas ruinas vive un pueblo indígena, con unas
casas características que no hemos visto en todo Perú. Son como pequeñas
fortificaciones que unen todos los elementos de la casa.
Visitamos una de ellas donde pudimos ver su forma de vida y su
artesanía.
Además de las llamas crían cuis, ese roedor tan frecuente en
su gastronomía.
Toda la estructura de la vivienda está en torno a un patio
central con la cocina como principal elemento.
La característica principal es que todas las entradas y
dependencias están protegidas de los malos espíritus por dos toritos de
arcilla.
Mapas del recorrido.
Filopensamientos y otras cosas……….
Como vimos en el anterior blog, para visitar Machu Picchu
contratamos un tour que incluía el traslado desde Cuzco, unos 200 km. que se
realizan en las rápidas furgonetas en seis horas. Éramos 18 ocupantes, todos
turistas de distintas nacionalidades.
Al poco de iniciar el trayecto, ya nos sorprendió el nulo
interés que nuestros vecinos mostraban por la visión que se deslizaba a través
de las ventanas.
Pronto la mayoría dormitaba o cerraban las cortinas para que
nos les molestara la luz de un día radiante, sin ningún interés por lo que
ocurría en el exterior. Y eso que pasamos por un puerto de montaña a 4.500 m.
de altitud, con espectaculares vistas o pueblos que mostraban ruinas aztecas, o
la estrecha pista de tierra sobre el río Urubamba, solo por poner unos
ejemplos.
Nada de esto interesaba a estos turistas, lo cual me lleva a
reflexionar sobre las diferencias que nos separan. Y quizás la más importante
sea esta, para los viajeros el camino tiene la misma o más importancia que el
objetivo, mientras que a los turistas solo parece que les interesa el selfi
junto al monumento o las ruinas.
Cualquiera puede llegar en un viaje organizado a cualquier
punto de interés turístico del mundo.
El verdadero reto, la verdadera aventura consiste en llegar
por tus propios medios.
Coincido con el filopensamiento. Me irrita mucho viajar en bus y ver que todo el mundo pone la cortinilla.
ResponderEliminarUn abrazo desde la costa de Oaxaca.