La pista de tierra que une Alaska con Dawson City en Canadá,
discurre por altas cumbres en un paisaje despejado, ralo y de escasa
vegetación.
Una pista para hacerla despacio y que dure y así disfrutar de esa
soledad que no hemos tenido en nuestro recorrido por Alaska.
Bajando de las montañas el rio Yukón nos corta el paso, en la
otra ribera se encuentra Dawson City.
En un pequeño transbordador cruzamos este gran rio. Durante el
invierno la carretera permanece cerrada y el transbordador sin servicio pues el
rio se congela.
Dawson City cobro importancia durante la fiebre del oro del
Klondike en 1898, cuando la población se disparo y paso de ser un pastizal de
alces a una ajetreada metrópolis de unos 40.000 habitantes.
En aquellos tiempos la única manera de acceder a la ciudad era
a través del rio Yukón. Unos descendiéndolo desde Carcross y otros remontándolo
desde su desembocadura en el Mar de Bering.
Los vapores impulsados por sus grandes ruedas fueron los
protagonistas de aquella invasión minera. El S.S.Keno convertido en museo ha
quedado como testigo de ese pasado.
La oficina de información ocupa uno de los edificios
históricos.
Quizás el personaje más relevante de todos aquellos que
acudieron a la llamada del oro fue el escritor Jack London, algunos de sus
celebres libros estuvieron inspirados en sus vivencias con los mineros. Un
museo y su cabaña lo recuerdan.
Dawson City nos recuerda a las antiguas películas del oeste,
sus calles polvorientas, sus aceras de madera y como no, su casino salón, con
mesas de juego, ruleta, pianista y chicas de cancán.
Todas las noches, en la temporada de verano, un divertido
espectáculo nos transporta a los tiempos de la fiebre del oro.
Aquí también coincidimos con otros viajeros europeos. Nuestros
camiones llaman mucho la atención, ya que a este lado del Atlántico no existen.
Al atardecer, desde la cima de la montaña que resguarda a la
ciudad, una panorámica nos permite ver el Klondike que se une al Yukón.
También desde lo alto se divisan algunas minas que todavía
siguen en explotación.
Fue tan importante para esta región la fiebre del oro, que
todavía en las matriculas de sus coches recuerdan al Klondike y sus mineros.
Atrás dejamos la ciudad continuando paralelos al rio Klondike.
Por un viejo puente de madera nos desviamos hacia el norte,
para entrar en el Parque Territorial Tombstone, por la pista que llega hasta
Inuvik, la única que permanece practicable todo el año cruzando el círculo
polar ártico.
En su centro de interpretación se exponen algunos fósiles de
cuando estas tierras estaban habitadas por castores gigantes y mamuts lanudos.
La pista de tierra nos adentra a través de montañas que nos
sorprenden por sus colores ocres, cenizas o violetas.
Pasado el parque, la carretera continúa hacia el norte, por un
escenario salvaje y desértico.
El duro paisaje está dominado por la yerma y helada tundra,
con bosques sub-árticos. Por falta de tiempo no podemos continuar hacia Inuvik,
en las proximidades del círculo polar ártico nos despedimos del gran norte.
Regresamos a la Klondike Highway y tomamos dirección a Watson
Lake.
La fiebre del oro ya ha pasado pero quedan los esqueletos de
sus maquinarias y sus viejas cabaña, atrapados por la vegetación como
monumentos decadentes del pasado.
Ahora la carretera bordea el rio Yukón.
Poco después llegamos al famoso paso “ Five finger” los cinco
canales entre rocas que hicieron zozobrar numerosas embarcaciones de mineros.
Los incendios forestales en Canadá son tremendos y numerosos.
Nos despedimos por última vez del poderoso Yukón, testigo
imperturbable de la historia de estos territorios.
Mapas del recorrido.
Filopensamientos y otras cosas……………..
Me convertí en vagabundo por la cantidad de vida que había
dentro de mí, por la pasión de viajar que palpitaba en mi sangre y que no me
dejaba tranquilo.
Emprendí camino porque no pude evitarlo, porque no llevaba en
los bolsillos de mis vaqueros suficiente dinero para un billete de tren, porque
no poseía el mismo carácter que aquellos que trabajan toda su vida en un único
empleo de largas jornadas laborables.
Y en fin, porque es simplemente más fácil
irse que quedarse.
Jack London, The Road
Buenas, me llama la atención la "falta de tiempo" para llegar a Inuvik....jeje
ResponderEliminarAun así, menudo recorrido por el Yukón.
Suerte y como siempre mis mejores deseos de ruta !!!!
Un abrazo.