El día 5 de marzo desembarcamos en la ciudad de Iskenderun, en
el sureste de la costa mediterránea turca. Un nuevo continente por explorar se
abre ante nosotros adentraremos en Asia Central hacia los confines de Samarkanda,
siguiendo la ruta de Ruy Gonzalez de Clavijo.
Los trámites portuarios nos llevaron todo el día. De los 170
tráiler que llenaban el barco, nosotros éramos los únicos viajeros y nuestro agente iba un poco perdido con el
papeleo. 123 € fueron las tasas de puerto, aduana y agente.
Aunque estamos tan lejos de los egipcios, seguimos sufriendo
sus malas artes. De la cabina nos ha robado varias cosas, el altímetro, una
navaja, una riñonera…..pero esto no es nada, al salir del puerto, el camión empieza
a tironear y a pararse en medio de la circulación de la ciudad. A duras penas
pudimos llegar a un pequeño taller.
Los filtros de gasoil, que nosotros por precaución llevamos
tres, estaban en un lamentable estado, envueltos en una baba que hacía imposible
el paso del gasoil. Aprovechamos para hacer también la revisión de los dos
años, cambiando los aceites de grupos y caja de cambios….
Dado que en Turquía los talleres son serios y los precios muy
razonables, cambiamos también la luna del parabrisas que llevábamos rajada
desde Sudan.
Terminada la puesta a punto del camión, iniciamos nuestra ruta
por la costa mediterránea. A unos 95 km. de Iskenderun en lo alto de una
escarpada montaña se alza el bello castillo medieval de Yilanlikale. N 37º 01’
02.3’’ E 35º 44’ 41.5’’
Llevamos muchos días
parados y esta primera caminata entre pinos, que nos lleva a las puertas de la
fortaleza, nos hace sentir de nuevo libres y felices cerca de la naturaleza.
El señor feudal eligió bien el emplazamiento dominando la fértil
vega en sus 360º.
Nos sorprendió la magnitud de las cisternas, debían de temer
más un largo asedio que la toma por la fuerza de esta fortaleza.
Desde la noche de los tiempos, estas tierras de cadenas
montañosas, altas mesetas y fértiles valles, ha sido la línea divisoria entre
oriente y occidente. Siendo muchos los vestigios dejados por las distintas
civilizaciones que por aquí pasaron. Como estas ruinas con un teatro romano y
una basílica bizantina.
Siguiendo la carretera de la costa, dejando atrás Adana y
Mersin, se encuentra Kizkalesi, o el castillo de la Doncella. En realidad hay
dos castillos medievales gemelos: uno en tierra firme y el otro en una isla.
Sirvió de refugio a piratas antes de que fuera fortificado por
los romanos, bizantinos, armenios, turcomanos y por último los otomanos en
1482.
Coincidimos en estas ruinas con una simpática pareja de
alemanes que nos dieron buena información sobre Asia Central, de donde ellos
venían.
Continuando hacia el este nos desviamos hacia Afridisia, una
pequeña península, que crea dos protegidas bahías. Fue un magnifico fondeadero
donde estuvimos con el Calcetines siete años atrás. N 36º 09’
34.0’’ E 33º 41’ 12.9’’
Debe su nombre al templo dedicado a Afrodita del que solo
quedan unos mosaicos.
En África resulta casi imposible comer pescado, por eso
celebramos tanto nuestra llegada a Turquía, donde abunda el buen pescado
mediterráneo, la cerveza que no había en los países árabes y su buen queso para
acompañar la ensalada.
Las escarpadas montañas comprimen la estrecha y sinuosa
carretera de la costa.
Antes de llegar a Anamur, se encuentra el castillo de la
ciudad. Fue construido en el 1230, sobre una fortaleza del siglo III, por una
dinastía armenia.
La mezquita y dos salas que dan al mar fueron añadidas por los
Karamanlis.
Después de muchos cambios de dueño, los otomanos se apoderaron
de él en el 1469.
A unos seis kilómetros del centro de Anamur, se encuentran los
restos de la antigua ciudad fenicia de Anemurium.
El primer asentamiento consta del siglo IV a.C, aunque su
mayor esplendor lo obtuvo con los romanos entre los siglos I y IV d.C. Entre los restos descubrimos fácilmente los
baños y el acueducto por donde entraba el agua a la ciudad.
También se conserva en buen estado el odeón donde se reunían
los músicos.
En Anamur dejamos el Mediterráneo. Por una empinada carretera
de montaña y con rumbo norte nos adentramos hacia la meseta central. El esplendido
sol que disfrutábamos en la costa desaparece drásticamente, el termómetro cae
en picado y comienza a nevar.
Las leyes de Murphy de nuevo se cumplen y en el peor momento,
el motor empieza a fallar, parándose en plena subida con muy poco margen de maniobra.
Con mucha dificultad, a tirones, conseguimos estacionarnos y cambiar de nuevo
los filtros, a pesar del intenso frio que hacía.
Conseguimos coronar el puerto.
Como el motor seguía fallando, decidimos que había que tirar
todo el gasoil y limpiar los depósitos. En el primer pueblo que encontramos, en
un pequeño taller, descubrimos además que el gasoil se había congelado. No
solamente estaba sucio, sino que lo habían mezclado con aceites y derivados,
que hacía que se congelara.
Tiramos 500 litros de gasoil y desmontamos los depósitos. Milagrosamente
no había dañado el circuito de inyección. Nos vamos a acordar de los egipcios durante mucho tiempo.
Ahora la carretera discurre por las tierras onduladas de la
meseta central de Anatolia, que se alza entre los 1000 y los 1200 metros. En
algunos pasos más elevados seguimos sufriendo el duro clima continental.
De Konya, en dirección a la Capadocia, pasamos por el pueblo
de Sultanhani, que conserva en perfecto estado, el mayor caravasar de Turquía,
construido en 1229. N 38º 14’ 52.6’’ E 33º
32’ 49.9’’
El comercio entre oriente y occidente, con las grandes
caravanas, fue el precursor de estas posadas fortalezas. La entrada es por un
magnifico portal esculpido en mármol que da al patio central donde se alza la
mezquita.
Al fondo se encuentra la parte cubierta utilizada en los fríos
meses de invierno.
Cuando el calor apretaba la vida discurría en las zonas
abiertas del patio.
Unos kilómetros después de Aksaray visitamos otro caravasar en
Agzikarahan. N 38º 26’ 43.6’’ E 34º 08’ 24.7’’
Al ser tan peligrosas las rutas de las caravanas y las
distancias entre los pueblos mayores de lo que podían recorrer en una jornada,
se crearon estos hospedajes para ofrecerles protección y refugio durante la
noche.
El frio también ha hecho mella en las baterías del motor que
rondaban ya los tres años. Compramos dos baterías de 150 a. que son mucho más
grandes que las de 135 a. montadas en origen, por lo que nos vemos obligados a
modificar su caja. Aparte llevamos dos más para el servicio de la vivienda.
Estos dos grupos se pueden conmutar teniendo un total de 600 a.
Con el camión a punto de nuevo llegamos a Capadocia.
“…Nuestros ojos estaban perplejos. Recuerdo aquellos valles
bajo la brillante luz, que inundaba el paisaje mas fantástico.”
Así describía el padre Guillermo de Jerphanion, el jesuita
francés que por casualidad descubrió las iglesias de la roca de Capadocia en
1907.
Capadocia fue una antigua y prospera provincia romana. Pero
muchos siglos antes de Jesucristo, por aquí pasaron las hordas asiáticas de
Jerjes hacia el oeste, camino de la derrota de las Termopilas. También
Alejandro Magno, con sus macedonios, cruzo hacia oriente extendiendo su imperio
hasta la India.
Hace millones de años el volcán Erciyes convulsiono el paisaje
a sus pies con un torrente de lava y ceniza, cubriendo cientos de kilómetros en
lo que ha debido ser uno de los mayores cataclismos del planeta. Más tarde, las
inundaciones, la lluvia y el viento, han ido esculpiendo la masa de lava,
creando este fantasmal paisaje de Capadocia.
Göreme es un pintoresco y turístico pueblo situado en el
centro de esta vasta región de casas trogloditas.
Los primeros hombres que llegaron aquí descubrieron que la
piedra de los valles rocosos es tan mágica como parece. Era un medio perfecto
para esculpir edificios en la roca.
La chimenea de la derecha es una vivienda de cuatro plantas, con
un pequeño bar.
Encima hay un salón y otras habitaciones.
Mapas del recorrido.
Filopensamientos y otras cosas………………………..
Los antiguos llamaban Asia Menor a la masa de tierra que se
extendía desde las profundidades de Asia hasta el Mediterráneo, con el Mar
Negro al norte, el Egeo al oeste y los desiertos de Arabia al sur.
Anatolia ha sido un país clave en la historia de la humanidad,
por ella pasaron, conquistaron y saquearon los más importantes ejércitos y
civilizaciones: los troyanos fueron los primeros hacia el 3000 a.C., después
siguieron los hititas, frigios, persas, griegos y macedonios. Hasta los celtas
llegaron a estas tierras que la llamaron Galacia. Los romanos la dominaron
desde el 190 a.C. hasta la caída de Constantinopla.
Por aquí también pasaron cabalgando frente a sus hordas Atila,
Gengis Jan y Tarmelan. Por ultimo selucidas y otomanos reinaron desde el 1324
hasta 1918, dejando una nación en cenizas y dividida entre rusos, franceses,
italianos y griegos.
En ese momento es cuando surge el gran estratega, visionario y
emblemático líder, que después de tres años de guerra, proclama en 1923 la Republica
Independiente de Turquía. El más venerado y respetado dirigente de un estado
moderno Mustafa Kemal, ATATÜRK.
Hola Evaristo , soy tu amigo Pablo ,de Alicante , me alegro mucho de poder contactar contigo aunque sea a traves de internet, lo primero un abrazo muy fuerte para ti y un beso para Ana , no te extrañes por el nombre de Marina es mi hija , que es la que tiene el blog, bueno por lo que veo en las fotos lo estais pasando de maravilla ,espero volver a verte algun dia y darte ese abrazo , ahora ya te ire siguiendo por tu pagina. by
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