jueves, 11 de octubre de 2012

Sossusvlei y las Montes Naukluft .



El Atlántico ya queda a nuestra espalda, ahora viajamos hacia el sol naciente.



Nos adentramos en el Namib buscando las arenas rojizas de sus dunas.





Por una pista bien mantenida y sin baches ascendemos lentamente hacia la meseta central que se mantiene por encima de los 1300 metros.





Algunas charcas aisladas quedan de abrevaderos en los cursos secos de estos ríos estacionales, por los que solo pasa agua alguna semana al año.





Solitaire es el primer asentamiento que nos encontramos a 250 km. de la costa en un cruce de caminos. Son cuatro casas con una gasolinera y una increíble bakery, que en medio del desierto jamás podíamos ni imaginar que existiera. Allí nos compramos unos pasteles de carne y una tarta de manzana que nos supieron a gloria,





Ochenta kilómetros más y llegamos al cañón de Sesriem, que es la puerta de entrada a las famosas y espectaculares dunas de Sossusvlei.



El rio Tsauchab excavo en los depósitos de conglomerado de arena y grava este cañón de 15 millones de años de antigüedad.









Hacia el final del cañón nos encontramos con esta peligrosísima víbora cornuda.



El valle de Sossusvlei con sus dunas rojizas es uno de los lugares mas visitados del país.





Tanto en Angola como en Namibia, por la corriente fría que viene del sur, hemos disfrutado de una temperatura ideal, días soleados y templados que no sobrepasaba los 25º, con noches frías que bajaba hasta los 10º.





Este valle en el corazón del Namib esta franqueado por gigantes dunas que se alzan a más de 200 metros por encima del suelo.

 

El ónix, este elegante antílope del desierto puede sobrevivir meses de la escasa agua de las plantas que come, así como aguantar temperaturas que matarían a otros animales.



En la estación de las lluvias, solo por algunos días el rio Tsauchab lleva suficiente caudal para superar las sedientas planicies y llegar a este mar de arena, donde desaparece en esta laguna salada.



Se echa en falta, al ser un parque natural, no poder descargar un poco de adrenalina conduciendo por estas altas colinas de arena, pero está terminante prohibido. Solo se puede acceder a ellas a pie.





Unos cien kilómetros de buena pista nos llevan a la entrada del parque Namib-Naukluft.



Los montes Naukluft se alzan abruptos desde las planicies de grava del Namib central, formando un macizo  horadado por gargantas, cuevas y manantiales que hacen profundos tajos en las formaciones de dolomita.





En estas montañas nos quedamos unos días haciendo senderismo.



En ellas descubrimos un animal que no habíamos visto hasta ahora, no nos gustaba mucho ya que parecía una rata pero del tamaño de un conejo grande. Su nombre en inglés es dassie.



En esta foto en primer plano destaca la planta venenosa que utilizan los cazadores para impregnar la punta de sus flechas.



Uno de los recorridos que hicimos fue la senda Oliva, que ascendía hasta los 2000 metros, dónde entre otras cosas queríamos ver cebras de montaña y antílopes.







Seis horas nos llevo hacer este abrupto y complicado sendero de casi doce kilómetros.

Cuando llevábamos cinco horas de recorrido llegamos al difícil paso de la cadena. O lo superábamos o teníamos otras cinco horas de vuelta. Evaristo con su experiencia montañera lo tenía muy claro, el problema era convencerme a mí ya que algunos pasos eran realmente complicados.





Con mucha pena dejamos este viejo desierto que quedara para siempre en nuestro recuerdo y nos dirigimos al centro del país a su capital Windhoek.



El camión después de casi 2.000 km. recorridos por pistas necesita un mínimo de mantenimiento. La caja de herramientas rozaba con el filtro del aire y termino rompiendo las dos abrazaderas que lo sujetaban, por lo que tuvimos que modificarla. Con las vibraciones el soporte de la palanca de cambios que va al motor, estaba completamente suelto y ya había perdido uno de los tornillos. Aprovechamos también para revisar las baterías, limpiar filtros….



En Windhoek aprovechamos para reponer la despensa sobretodo de aceite de oliva y vino, ya que está muy bien abastecida desde Sudáfrica.

La ciudad limpia, con modernos edificios, verdes parques, grandes avenidas y buenos centros comerciales, tiene un aspecto de ciudad europea más que africana.



El palpitante corazón de la zona de tiendas es el pintoresco paseo peatonal elevado de Post St Mall.



En él se exponen algunos de los meteoritos de Gibeon, una lluvia de 21 toneladas de rocas extraterrestres, en su mayor parte ferrosas, cayeron en un lejano pasado, en los alrededores de este pueblo al sur del país.



Hemos decidido no ir a Sudáfrica, quizás demasiado progreso……. Botsuana y en principio el Kalahari nos atrae más. Un pensamiento de Enrique Fernandez lo expone así “Diríase que uno recorre África para admirar lo que los hombres allí, no han podido hacer.”

Por una carretera con rumbo este nos adentramos en el Kalahari.



Después de 300 km. Llegamos a la frontera con Botsuana.


 

     Mapas del recorrido




 

Filopensamientos y otras cosas……………..

Namibia ha sido un paréntesis, un relax, un valle de tranquilidad en esta convulsa, sufrida y dura África.

Casi un país diseñado para venir a jugar como aventureros, donde casi todo está establecido, pensado, informado y señalizado. Quizás por ello se pierde esa chispa de incertidumbre miedo o duda que hace que se adormezca la intuición, que se pierda el sexto sentido y el espíritu de supervivencia que todos llevamos dentro.

2 comentarios:

  1. ¡Qué bueno volver a tener noticias vuestras! Muy bonitas las fotos.
    ¡Seguid bien!
    Pepe Yanes

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  2. Namibia ha sido todo un descubrimiento, gracias a viajar con vosotros on-line. Las dunas rojas una maravilla. Ahora nuevas aventuras rumbo al Kalahari.
    Cuidadito.
    Besos

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