El Atlántico ya queda a nuestra espalda, ahora viajamos hacia
el sol naciente.
Nos adentramos en el Namib buscando las arenas rojizas de sus
dunas.
Por una pista bien mantenida y sin baches ascendemos
lentamente hacia la meseta central que se mantiene por encima de los 1300
metros.
Algunas charcas aisladas quedan de abrevaderos en los cursos
secos de estos ríos estacionales, por los que solo pasa agua alguna semana al
año.
Solitaire es el primer asentamiento que nos encontramos a 250
km. de la costa en un cruce de caminos. Son cuatro casas con una gasolinera y
una increíble bakery, que en medio del desierto jamás podíamos ni imaginar que
existiera. Allí nos compramos unos pasteles de carne y una tarta de manzana que
nos supieron a gloria,
Ochenta kilómetros más y llegamos al cañón de Sesriem, que es
la puerta de entrada a las famosas y espectaculares dunas de Sossusvlei.
El rio Tsauchab excavo en los depósitos de conglomerado de
arena y grava este cañón de 15 millones de años de antigüedad.
Hacia el final del cañón nos encontramos con esta
peligrosísima víbora cornuda.
El valle de Sossusvlei con sus dunas rojizas es uno de los lugares mas visitados del país.
Tanto en Angola como en Namibia, por la corriente fría que
viene del sur, hemos disfrutado de una temperatura ideal, días soleados y
templados que no sobrepasaba los 25º, con noches frías que bajaba hasta los 10º.
Este valle en el corazón del Namib esta franqueado por
gigantes dunas que se alzan a más de 200 metros por encima del suelo.
El ónix, este elegante antílope del desierto puede sobrevivir
meses de la escasa agua de las plantas que come, así como aguantar temperaturas
que matarían a otros animales.
En la estación de las lluvias, solo por algunos días el rio
Tsauchab lleva suficiente caudal para superar las sedientas planicies y llegar
a este mar de arena, donde desaparece en esta laguna salada.
Se echa en falta, al ser un parque natural, no poder descargar
un poco de adrenalina conduciendo por estas altas colinas de arena, pero está
terminante prohibido. Solo se puede acceder a ellas a pie.
Unos cien kilómetros de buena pista nos llevan a la entrada
del parque Namib-Naukluft.
Los montes Naukluft se alzan abruptos desde las planicies de
grava del Namib central, formando un macizo
horadado por gargantas, cuevas y manantiales que hacen profundos tajos
en las formaciones de dolomita.
En estas montañas nos quedamos unos días haciendo senderismo.
En ellas descubrimos un animal que no habíamos visto hasta
ahora, no nos gustaba mucho ya que parecía una rata pero del tamaño de un conejo
grande. Su nombre en inglés es dassie.
En esta foto en primer plano destaca la planta venenosa que
utilizan los cazadores para impregnar la punta de sus flechas.
Uno de los recorridos que hicimos fue la senda Oliva, que
ascendía hasta los 2000 metros, dónde entre otras cosas queríamos ver cebras de
montaña y antílopes.
Seis horas nos llevo hacer este abrupto y complicado sendero
de casi doce kilómetros.
Cuando llevábamos cinco horas de recorrido llegamos al difícil
paso de la cadena. O lo superábamos o teníamos otras cinco horas de vuelta.
Evaristo con su experiencia montañera lo tenía muy claro, el problema era
convencerme a mí ya que algunos pasos eran realmente complicados.
Con mucha pena dejamos este viejo desierto que quedara para
siempre en nuestro recuerdo y nos dirigimos al centro del país a su capital
Windhoek.
El camión después de casi 2.000 km. recorridos por pistas
necesita un mínimo de mantenimiento. La caja de herramientas rozaba con el
filtro del aire y termino rompiendo las dos abrazaderas que lo sujetaban, por
lo que tuvimos que modificarla. Con las vibraciones el soporte de la palanca de
cambios que va al motor, estaba completamente suelto y ya había perdido uno de
los tornillos. Aprovechamos también para revisar las baterías, limpiar filtros….
En Windhoek aprovechamos para reponer la despensa sobretodo de
aceite de oliva y vino, ya que está muy bien abastecida desde Sudáfrica.
La ciudad limpia, con modernos edificios, verdes parques,
grandes avenidas y buenos centros comerciales, tiene un aspecto de ciudad
europea más que africana.
El palpitante corazón de la zona de tiendas es el pintoresco
paseo peatonal elevado de Post St Mall.
En él se exponen algunos de los meteoritos de Gibeon, una
lluvia de 21 toneladas de rocas extraterrestres, en su mayor parte ferrosas,
cayeron en un lejano pasado, en los alrededores de este pueblo al sur del país.
Hemos decidido no ir a Sudáfrica, quizás demasiado progreso…….
Botsuana y en principio el Kalahari nos atrae más. Un pensamiento de Enrique
Fernandez lo expone así “Diríase que uno recorre África para admirar lo que los
hombres allí, no han podido hacer.”
Por una carretera con rumbo este nos adentramos en el
Kalahari.
Después de 300 km. Llegamos a la frontera con Botsuana.
Mapas del
recorrido
Filopensamientos y otras cosas……………..
Namibia ha sido un paréntesis, un relax, un valle de
tranquilidad en esta convulsa, sufrida y dura África.
Casi un país diseñado para venir a jugar como aventureros,
donde casi todo está establecido, pensado, informado y señalizado. Quizás por
ello se pierde esa chispa de incertidumbre miedo o duda que hace que se
adormezca la intuición, que se pierda el sexto sentido y el espíritu de
supervivencia que todos llevamos dentro.
¡Qué bueno volver a tener noticias vuestras! Muy bonitas las fotos.
ResponderEliminar¡Seguid bien!
Pepe Yanes
Namibia ha sido todo un descubrimiento, gracias a viajar con vosotros on-line. Las dunas rojas una maravilla. Ahora nuevas aventuras rumbo al Kalahari.
ResponderEliminarCuidadito.
Besos