jueves, 15 de agosto de 2019

Colombia, la zona cafetera.



Bogotá, con ocho millones de habitantes, es una de esas macro ciudades por las que no nos gusta transitar. La bordeamos, e  iniciamos el descenso por un interminable puerto, que nos lleva desde los 3000 metros a los 225 en el fondo del valle por donde discurre el rio Magdalena.










Dejamos la eterna primavera de las montañas y el termómetro asciende paulatinamente hasta casi marcar unos sofocantes 40º cuando cruzamos el rio.




Desde aquí comienza de nuevo un lento y sinuoso puerto con más de mil curvas, que nos conduce a lo alto de la cordillera Occidental.










El Alto de Letras marca el punto más alto del puerto a 3.710 metros. Desde aquí la carretera desciende hacia Manizales, el punto más septentrional del eje cafetero.







Antes de entrar a Manizales nos desviamos hacia las termales Tierra Viva. Pensábamos que nos habíamos equivocado de camino, pues todo los que nos rodeaba era una zona industrial.




Pero un kilómetro después de nuevo estamos en plena naturaleza.




Las termales Tierra Viva están formadas por tres piscinas hechas en roca, rodeadas por un hermoso jardín.







En la autopista del café hay unas pequeñas áreas de servicio ubicadas en promontorios con bonitas vistas de los alrededores donde está permitido pasar la noche.







Estamos en el corazón de la zona cafetera y no podemos dejar pasar la oportunidad de visitar y conocer una de estas haciendas. Un estrecho camino nos conduce a la Hacienda Guayabal.







Donde nos explican todo el proceso del café que termina con la degustación de sus distintos tostados.




Después hacemos un recorrido por la finca.







En el año hay dos cosechas donde se van recolectando los granos que ya han madurado, amarillos y rojos.







Las flores del café son muy parecidas a las flores del azahar. Conforme se van recolectando unos granos van saliendo las flores de la siguiente cosecha.




Terminando el recorrido pasamos por las dependencias donde se lava y se seca el grano.







La hacienda está rodeada de un colorido jardín, donde vienen los colibrís atraídos por el agua azucarada.  Dispone de alojamiento y restaurante.










Desde que entramos en Colombia vemos a lo largo de la carretera grupos de gente andando con bolsas, maletas…..son venezolanos en busca de una vida mejor.




Los jeep Willys siguen siendo el principal medio de transporte en las áreas rurales de toda Colombia especialmente en la zona cafetera. Estos clásicos y robustos vehículos de la II guerra mundial llegaron aquí en la década de 1950 y todavía hoy siguen rodando.







Seguimos hacia el sur y cruzamos Pereira para dirigirnos al Valle de Cocora.




Unos veinte kilómetros por una estrecha carretera nos conducen a la pequeña aldea de Cocora, donde todo se mueve en torno al turismo, restaurantes, pequeños hoteles, camping, alquiler de caballos, guías……










El valle de Cocora es de una gran belleza y hay numerosos senderos para recorrerlo. Nosotros hicimos uno que partiendo de la piscifactoría, en un recorrido circular de unas cinco horas, termina de nuevo en la aldea.







La primera parte del camino discurre a través de verdes praderas y la segunda se adentra en un denso bosque nuboso, siguiendo el curso del río Quindío.










Después ascendemos hasta la finca de la Montaña donde el bosque nuboso se transforma en otro de coníferas.




El camino desciende hasta los miradores de Cocora donde destacan las palmeras de cera, que es árbol nacional de Colombia, y  la palmera más alta del mundo que alcanza los 60 metros de altura.







Retornamos a la Panamericana continuando hacia el sur, ahora tenemos unos 350 kilómetros dominados por un extenso valle con inmensas plantaciones de caña de azúcar.




El transporte de la caña se realiza por carretera en largos remolques llamados los trenes de la caña.







Nuestro próximo destino es el pueblo de Silvia a unos 25 kilómetros de la general y a unos 2.500 metros de altitud.










Otro pintoresco pueblo de montaña, de casas pintadas de colores alrededor de la plaza Mayor.










Hacemos coincidir nuestra llegada con el martes, que es el día de mercado y a él acuden los misak o guambianos, uno de los grupos indígenas más tradicionales de Colombia. Tienen su propia lengua, son excelentes tejedores y sus técnicas de cultivo son rudimentarias.







Todos llevan sus ropas tradicionales, los hombres van con faldas azules de borde rosa y bombines.










Las mujeres siempre ocupadas hilando lana con prendas tejidas a mano y collares de cuentas.







Todos acuden desde las aldeas cercanas en las chivas, los autobuses típicos de colorines adaptados para transportar todo tipo de enseres.







Una bonita excursión es subir hasta la laguna donde se tiene una panorámica de todo el valle.







A la vuelta pasamos por el estanque artificial con forma de pez que hay en un extremo del pueblo.




Mapas del recorrido.







Filopensamientos y otras cosas………….

En nuestro paso por la Hacienda Cafetera aprendimos muchas cosas sobre el café, introducido por los jesuitas españoles en el siglo XVI.

Se cultiva en altitud media de 1.500 metros y con una temperatura alrededor de 22º.
La planta del café tiene una vida máxima de 21 años de los cuales solo 15 son productivos.

Cuando madura el grano su color es rojo o amarillo de pendiendo del sol y la sombra. Se recolecta a mano y un buen recolector puede llegar a los 400 kg. al día.

El primer paso es quitar la capa exterior y lavarlo para suprimir el azúcar. Después se seca a una temperatura de 60º.

A continuación se descascarilla y se selecciona por tamaño. Los granos más grandes son de sabor más suave y los pequeños más intenso.

Por último en el país donde se consume se realiza el tostado a una temperatura promedio entre 190º y 200º y entre 15 y 20 minutos. Básicamente existe tres tipos de tostado suave, medio y fuerte. En España se realiza el último.

El café torrefacto se obtiene mezclándolo con azúcar, por eso se forma la espuma en la taza. El tostado natural también da espuma pero esta desaparece al poco tiempo.

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