Desde Helena, continuamos al sur y a unos 116 km. entramos en
el Parque Estatal Missouri Headwaters.
Es una llanura cuya única relevancia es la confluencia de los
ríos Madison, Jefferson y Gallatin.
Estos tres ríos dan lugar al Missouri, que más adelante
formara parte del Mississippi, para desembocar en el golfo de Méjico.
En un abrigo, en un pequeño farallón, encontramos una pintura
rupestre realizada durante la ocupación de esta confluencia por los indios.
Muy cerca de aquí se encuentra el Parque Estatal de las
cavernas de Lewis y Clark. Como siempre, en el centro de información nos dicen
como realizar la visita.
A unos 425 metros sobre el río Jefferson esta la entrada de la
cueva.
Un recorrido de 3,3 kilómetros nos lleva a las entrañas de la
tierra que el agua y el tiempo han abierto en la piedra caliza.
Estalagmitas, estalactitas y columnas crean un decorado
espectacular de piedra y silencio.
Continuando hacia el sur, hacemos noche en el lago Ennis.
Desde donde se divisa de nuevo la cordillera de las Rocosas.
En las praderas, junto a la carretera seguimos viendo grupos
de ciervos y berrendos, lo que demuestra la sensibilidad de este estado con la
vida salvaje.
La carretera pasa bordeando el lago del Terremoto. En agosto
de 1959 un seísmo provoco el deslizamiento de la ladera de la montaña que vemos
al frente, taponando el valle y creando este lago.
Ese día el camping junto al rio estaba completo y murieron 28
personas y más de 200 tuvieron que ser rescatadas. Todavía hoy permanecen
erguidos en las aguas del lago los arboles inundados.
Antes de que el hombre blanco llegara a estas praderas, 30 millones de búfalos vagaban por ellas. La
caza indiscriminada los llevo prácticamente a su extinción, solo quedaron 23
ejemplares.
En la actualidad, gracias a los programas de rehabilitación,
se pueden ver de nuevo pastando libremente.
Por fin llegamos a West Yellowstone, la población de entrada
en la puerta oeste del parque.
Pensábamos que íbamos a visitar el parque muy tranquilos, pues
estamos a mediados de mayo, pero llegando al control de entrada, nos chocamos
con la cruda realidad.
Pero la belleza del lugar y los animales que nos vamos
encontrando nos disuaden de los malos pensamientos.
El poder de Yellowstone radica en sus numerosos fenómenos
naturales geotérmicos, únicos en el mundo. Terrace Springs es el primero de los
manantiales de agua caliente que nos encontramos.
Poco después de pasar las cascadas del Gibbon y junto al rio,
tenemos el primer encuentro con un oso grizzli.
Por un sendero de tablas de madera, en Artists Paint Pot, nos
paseamos entre burbujeantes estanques y rosados colores, que los minerales han
pintando en la tierra.
Yellowstone ocupa una superficie de 8.992 km2. Para recorrerlo
en su totalidad hace falta alrededor de una semana. La primera ruta que hacemos
nos lleva desde la entrada oeste hacia Gardiner en la puerta norte.
Una de las visitas imprescindibles son los Norris Geyser
Basin. Un lugar fabuloso y cautivador, teniendo la sensación de estar paseando
por el cráter burbujeante de un volcán.
A 2281 metros de
altura, esta cuenca contiene los manantiales y geiseres más calientes del parque. Las aguas
subterráneas hierven a una temperatura que puede alcanzar los 374ºC.
Yellowstone no está pensado para recorrerlo a pie o en
bicicleta, y dada su extensión solo es abarcable en coche. A pesar de las
fechas, vamos casi siempre en caravana, con vehículos de todo tipo y clase,
para llevar a los más de tres millones de personas que acuden a él todos los
años.
Después de muchos años, por fin, los bisontes son los amos y
señores de estas praderas.
Muy cerca de la salida norte están las Terrazas Mammoth Hot Spring, uno de los fenómenos
naturales más sorprendentes del parque.
Una serie de estanques escalonados, dispuestos en la ladera de
la montaña.
El agua caliente absorbe gran cantidad de dióxido de carbono
que se convierte en acido, el cual ataca a la roca y la disuelve depositando en
el fondo de los estanques una fina capa de roca, llamada travertino.
Este proceso provoca una sucesión inacabable de colores en la
roca, naranja, amarillo, verde ,marrón…..
En los alrededores, sin que les preocupe mucho el trasiego de
coches y personas, los ciervos se pasean tranquilamente.
En la parte alta de las Mammoth, la fantástica terraza Minerva
aparece blanca como la misma nieve.
Este paisaje nos recuerda las chimeneas de Capadocia y las
terrazas de Pamukkale en Turquía.
La única localidad histórica del parque está situada junto a
estas terrazas.
Varios hoteles, lodges y restaurantes junto al centro de visitantes donde hay un pequeño
museo sobre el parque.
Dentro de los parques no está permitida la acampada libre y
ahora, por la nieve, solamente hay tres camping abiertos. Como no hemos hecho
reserva, nos tenemos que salir a dormir en el pueblo de Gardiner.
Mapas del recorrido.
Filopensamientos y otras cosas……….
La lectura es parte esencial y cotidiana en esta vida nómada.
Lejos del ruido y del bullicio, la lectura alcanza otra dimensión más sublime.
Estas últimas semanas las he dedicado a la lectura simultánea
de dos grandes obras.
Por un lado Sapiens. De animales a dioses. Una breve historia
de la humanidad, desde que aparece la materia y la energía, hace 13.500
millones de años, hasta nuestros días. Una visión extraordinariamente
clarificadora desde un punto científico y evolutivo, donde dios no tiene
cabida.
Al mismo tiempo leía Autobiografía de un Yogui. Seleccionado
como uno de los 100 mejores libros espirituales del siglo XX, en el que
Yogahanda explora el mundo de los santos, los yoguis, la muerte, la resurrección,
los milagros….ensalzando la nobleza y la divinidad del alma humana.
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