Siguiendo el recorrido natural de los países Bálticos, dejamos
atrás Estonia y entramos en Letonia (Latvija en idioma letón).
Dicen que Cesis es el pueblo más letón de Letonia.
Su castillo, con sus dos recias torres, domina el casco
antiguo y en él se ubica el museo de historia y arte de Cesis.
A los pies del castillo se extiende el bucólico lago de los nenúfares,
donde nadan unos cisnes negros.
Muy cerca del castillo se encuentra la iglesia de San Juan.
Nuestra siguiente parada es el parque nacional de Gauja. (N57
14 00.3 E25 02 20.0)
Uno de los muchos senderos señalizados que existen en el
parque, nos conduce a las antiguas bodegas de piedra, que se construyeron en el
siglo XVIII.
Otro de los recorridos a pie nos adentra en el bosque, con
grandes cercados al aire libre, donde deambulan alces, castores, ciervos,
bisontes, linces y jabalíes.
Sigulda es una pequeña ciudad de 18.000 habitantes, que aquí
se la conoce como la Suiza letona, situada junto al rio Gauja.
Tres castillos de más de 800 años rodean la ciudad.
Varios circuitos a pie recorren los principales lugares de
interés.
Estamos a mediados de octubre y el tiempo es frio y lluvioso
cuando llegamos a Riga.
La capital del país se alza a orillas del rio Daugava y se la
conoce como “la Paris del norte” o “la ciudad que nunca duerme”
Tiene la mayor y más impresionante muestra de arquitectura
“art nouveau” de Europa.
Merece la pena pasear sin rumbo por las tortuosas calles
empedradas del núcleo medieval.
El canal de la ciudad encierra el casco antiguo.
Dejamos atrás Riga y con rumbo sur cruzamos la frontera de su
hermana báltica Lituania.
Unos kilómetros antes de llegar a Siauliai, en lo alto de una
pequeña colina, surge un inusual monumento, consistente en miles de cruces
plantadas por un sinfín de peregrinos.
Pequeñas aldeas salpican la verde campiña.
A lo largo de la ruta seguimos viendo grupos de cruces.
En la población de Plateliai se encuentra el centro de
visitantes del parque nacional de Zemaitija.
Situado en una recóndita zona del parque, se encuentra una
antigua base de misiles nucleares soviética, de comienzos de la década de 1960,
hoy convertida en un museo sobre la guerra fría.
Es interesante visitar este museo y contemplar el interior de
los bunkers de misiles. Esta base subterránea tenía poder como para destruir
casi toda Europa.
Allí conocimos a Maria, Walter y Benji, una pareja de suizos con
su perro que comenzaban su andadura por Europa.
Desde aquí nos dirigimos hacia Klaipeda en la costa del
Baltico, para visitar el parque nacional del istmo de Curlandia, al cual solo
se puede acceder cruzando en un ferri.
Este parque se formó por las corrientes marinas y el viento,
que fueron acumulando arena hasta crear una cadena de dunas que forman un dique
natural que protege a un lago interior.
Y aunque creen que es un fenómeno único en el mundo es igual
al que tenemos en la Manga del Mar Menor de Murcia.
Dentro del parque existen pequeñas y bien cuidadas poblaciones
dedicadas al turismo.
Esta manga de dunas, hasta Nida, la última población de
Lituania, tiene una longitud de 50 km.
El 70% de su superficie lo forman pinares donde habitan
ciervos, alces y jabalíes. Las dunas llegan a alcanzar una altura superior a
los 60 metros.
Lituania comparte este istmo, recorrido por una carretera en
toda su longitud, con la región rusa de Kaliningrado a la que solo se puede
acceder si dispones del visado ruso.
Mapas del recorrido.
Filopensamientos y otras cosas………….
Resulta sencillo agrupar en un mismo todo a Estonia, Letonia y
Lituania. Tres pequeños estados en el rincón del continente, a orillas del mar
Báltico. Y aunque en realidad sean distintos comparten un destino único al
encontrarse en una encrucijada entre algunas de las potencias más feroces de la
historia mundial.
Suecia, Polonia y Rusia incorporaron sus territorios a sus
crecientes imperios en diferentes épocas, mas tarde potencias como la Unión
Soviética o la Alemania nazi también las invadieron.
Todas ellas dejaron una marca indeleble a su paso, desde los
túmulos funerarios de las antiguas tribus paganas o los altos castillos de
piedra y las agujas de las catedrales de los reinos medievales, hasta las casas
señoriales de los feudales y las estructuras cuadriculadas de la época
soviética.
Un abrazo de parte nuestra y de Carlos, el que conocísteis en Noruega, que también se ha unido a nosotros en Argentina.
ResponderEliminarBuen viaje.
Estoy con vosotros en que es fantástico el modernismo de Riga el cual tuve la oportunidad de disfrutar y siento haberme perdido las dunas de Klaipeda en Lituania, la próxima será la definitiva. Suerte en vuestra andadura americana, ya queda poco para llegar a leerla !!!!
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