lunes, 23 de diciembre de 2019

Perú, de la costa a los nevados.



A tan solo 9 kilómetros de Huanchaco se encuentra el gran complejo de Chan Chan, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1986.




Es considerada la mayor ciudad de adobe del mundo, construida entre los años 1100 y 1300 d.C. Sus muros todavía conservan frisos con aves marinas, peces…..







En esta metrópolis, en su momento de apogeo, llegaron a habitar hasta 100.000 personas del imperio chimú.







En 1470, tras sufrir un prolongado asedio, los chimú se rindieron al imperio inca.




Como el subsuelo es muy rico en agua (aunque estamos rodeados por el desierto) los chimú crearon las chacras, que eran campos de cultivo hundidos, que se irrigaban por capilaridad, obteniendo así varias cosechas al año.




En los alrededores de Chan Chan hay varias Huacas o pirámides de adobe, nosotros visitamos la Huaca del Dragón.







Todos estos complejos arqueológicos están bordeando la ciudad de Trujillo, la segunda en importancia de este país.







Fue fundada por Diego de Almagro en 1534 y está considerada la joya urbana del norte de Perú.







Los edificios históricos e iglesias se conservan relativamente bien y muchos han sido restaurados realzando los colores con los que se pintaron originalmente.










Siempre que podemos nos acercamos a la costa para pasar la noche. Como en esta ocasión en Puerto Morín, a 40 km. al sur de Trujillo.







Allí descubrimos como los pescadores sacan de la arena una especie de mariscos que utilizan como carnada para la pesca.







La costa peruana es un completo desierto.










En la localidad de Santa dejamos la costa para adentrarnos en las montañas.







Chuquicara es una aldea de parada obligada antes de empezar la sinuosa y estrecha carretera que asciende paralela al río Santa.










Desde aquí hasta Caraz nos separan 110 km. de infarto, en la mayor parte del recorrido no te puedes cruzar con otro vehículo salvo minúsculos aparcaderos.







De vez en cuando la carretera te deja un respiro cuando el valle se abre.







En algunas ocasiones los derrumbes cubren la carretera.







Al final está el Cañón del Pato, donde las paredes graníticas de 2000 m. de altura se aproximan hasta 6 metros en su parte más angosta. En esta zona se suceden más de 30 túneles que permiten el paso justo del camión.













Aunque vamos tocando el claxon para avisar de que entramos en los túneles, es inevitable cruzarte con algún vehículo y tener que maniobrar.







Por fin el valle se abre cerca de Caraz.




Una pequeña población de calles estrechas con un bullicioso mercado.




Las mujeres con su vestimenta tradicional y sus espectaculares sombreros vienen de los alrededores a vender sus productos.










En el norte del pueblo se hallan las ruinas de Tunshukaiko, que  pertenecieron a la cultura huaraz, en torno al 2000 a.C.




Un aluvión de tierra y barro cubrió estas ruinas y así se conservaron durante cientos de años. Se trata de una estructura circular y se sabe que están enterrados cinco niveles.







Cerca de las ruinas charlamos con esta mujer que confecciona  mantas hilando la lana de sus ovejas.




Caraz se encuentra 2.270 m. de altitud. Desde el mismo pueblo una pista de tierra asciende hacia la Cordillera Blanca. A vista de pájaro van quedando las casitas que pueblan estas laderas.







Vamos camino de una de las lagunas más bellas de esta cordillera y tenemos que remontar la morrena, aproximándonos a sus paredes verticales por una pista tan estrecha como el camión.




Después de 32 km. de subida, y hasta que no cumbreamos en el refugio, no tenemos la impresionante y espectacular visión de la laguna Parón.







Pertenece al Parque Nacional Huascarán y se encuentra a 4.185 m. de altitud, encajonada en un valle glaciar, con los picos nevados coronando el horizonte.




Un camino escavado en la roca la recorre en toda su longitud. La belleza que nos rodea a lo largo del paseo es realmente excepcional.










Mapas del recorrido.







Filopensamientos y otras cosas……………

Para subir de la costa al callejón de Huaylas viniendo del norte, la ruta más lógica es de Santa a Caraz.

Consultamos con algunos conductores y nos dijeron que la carretera era estrecha y peligrosa, que mejor tomáramos la de más al sur, pero esta tiene casi el doble de kilómetros y por otro lado nuestro espíritu aventurero nos empuja hacia esa más complicada que pasa por el famoso cañón del Pato y sus angostos 35 túneles.

Para los camiones es un poco más difícil ya que la mayoría de los túneles y otros tramos de la ladera del cañón sobre el río Santa no hay posibilidad de cruzarse con otro vehículo.

Otro factor de riesgo son las caídas de piedra de las empinadas laderas y algunas avalanchas que cubren la carretera.

No resulto excesivamente peligrosa, el no conocer la ruta es lo que te mantiene en tensión hasta el final. Imagino que a los conductores de autobús que pasan por aquí todos los días les parecerá menos excitante.