De San Miguel de Allende nos dirigimos hacia la capital de Méjico, que bordeamos por el
norte, para visitar las ruinas de Teotihuacán.
Teotihuacán es una de las ciudades más impresionantes del
mundo antiguo. Fundada antes de la era cristiana, esta colosal urbe llego a
contar con 125.000 habitantes.
De dominar la vida en la región durante 500 años acabo
destruida (no se sabe por quién) y abandonada entorno al 650 d.C.
Los aztecas consideraron este lugar sagrado que creían obra de
gigantes.
De todo el complejo arqueológico la Pirámide de la Luna es la
segunda en altura.
Ante la Pirámide del Sol nos quedamos sorprendidos por su
tamaño, una de las mayores del mundo, comparable a las pirámides de Egipto. Su
construcción termino durante el siglo II d.C.
Las pirámides están hechas de ladrillos de adobe y tierra,
recubiertas de piedra y pudieron estar revestidas de estuco pintado, como el
fragmento que queda del mural del jaguar.
Desde aquí nos dirigimos a la costa del golfo de Méjico,
abandonando los anchurosos y frescos valles de la meseta central.
La carreta desciende vertiginosamente hacia las llanuras de la
costa.
Las llanuras tropicales que bordean el Golfo de Méjico, fueron
asentamiento de tres culturas precolombinas, los olmecas, los totonacas y los
huastecas. En El Tajin visitamos las ruinas totonacas.
El ritual más conocido de esta cultura que ha llegado hasta
nuestros días es el de los voladores.
Dos veces al día en la entrada de estas ruinas se lanzan cuatro
voladores, desde un mástil de 30 m. de altura que representa la conexión entre
la tierra, los cielos y el inframundo.
Cada volador rodea el poste 13 veces antes de llegar al suelo
describiendo un total de 52 giros que simbolizan lo ciclos del calendario
mesoamericano.
El Tajin fue un centro político y religioso de la civilización
totonaca. Esta ciudad fue construida entre el 900 y el 1150 d.C.
Aunque el conjunto escavado solo abarca un kilómetro cuadrado,
siglos atrás esta ciudad ocupaba más de 10 Km2.
La pirámide de los Nichos llamada así porque aloja 365 nichos
que representan los días del año.
Las cuatro pirámides que rodean la plaza del arroyo se alzan
en los puntos cardinales.
Seguimos recorriendo la costa del Golfo de Méjico con su calor
bochornoso y húmedo, provocado por la jungla y los vientos húmedos del Caribe.
La carretera pasa por multitud de pueblos y aldeas y la
circulación se convierte en un autentico calvario por los numerosísimos y
elevados caballones de asfalto que hacen parar continuamente o provocan un
golpetazo si te distraes.
Esta zona de playas se conoce como Costa Esmeralda.
En ella paramos aprovechando las instalaciones de un pequeño
hotel familiar.
Lo mejor del clima tropical es que de vez en cuando descarga
un chubasco que refresca un poco el ambiente.
Al día siguiente llegamos al recinto amurallado que delimita
las ruinas de la ciudad totonaca de Cempoala.
Su nombre significa “Lugar de las veinte aguas” por la
cantidad de canales de riego y conductos de agua subterráneos que cruzaban la
ciudad.
Esta estructura llamada el circulo de gladiadores era el lugar
donde se luchaba a muerte entre un prisionero de guerra y dos gladiadores.
La Gran Pirámide orientada a levante era un templo dedicado al
sol.
Junto a las ruinas un pequeño museo muestra algunas de las
piezas de cerámica encontradas en la excavación.
Un lugar tranquilo y alejado de los circuitos turísticos que
se puede visitar casi en soledad.
Mapas del recorrido.
Filopensamientos y otras cosas……………………..
En esta etapa del viaje hemos visitado varias ruinas muy
importantes como se ve en el blog.
Lo que no se ve y nos
lleva machacando por todo Méjico y especialmente en este tramo, son la cantidad
de túmulos, muertos, topes o montículos que cruzados en la carretera impiden
una normal circulación por ella.
Son tan violentos que te obligan a parar en cada uno de ellos
y tan numerosos y anárquicamente puestos que es imposible hacer una previsión
de los kilómetros a recorrer.
Lo peor es el machaque que supone el choque con ellos, aunque
se haga prácticamente parado.
Habíamos olvidado los países africanos que son especialistas
en reducir la velocidad a base de este continuo castigo. Recordamos entre ellos
especialmente Tanzania. Pues bien, Méjico, un país que debería estar más
avanzado en estos menesteres de la circulación, resulta que esta tan atrasado como
los africanos.
Lo dicho, un suplicio permanente y anárquico de porrazos
difíciles de olvidar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario