sábado, 16 de febrero de 2019

Méjico, yacimientos precolombinos.



De San Miguel de Allende nos dirigimos hacia  la capital de Méjico, que bordeamos por el norte, para visitar las ruinas de Teotihuacán.




Teotihuacán es una de las ciudades más impresionantes del mundo antiguo. Fundada antes de la era cristiana, esta colosal urbe llego a contar con 125.000 habitantes.







De dominar la vida en la región durante 500 años acabo destruida (no se sabe por quién) y abandonada entorno al 650 d.C.




Los aztecas consideraron este lugar sagrado que creían obra de gigantes.




De todo el complejo arqueológico la Pirámide de la Luna es la segunda en altura.







Ante la Pirámide del Sol nos quedamos sorprendidos por su tamaño, una de las mayores del mundo, comparable a las pirámides de Egipto. Su construcción termino durante el siglo II d.C.







Las pirámides están hechas de ladrillos de adobe y tierra, recubiertas de piedra y pudieron estar revestidas de estuco pintado, como el fragmento que queda del mural del jaguar.







Desde aquí nos dirigimos a la costa del golfo de Méjico, abandonando los anchurosos y frescos valles de la meseta central.







La carreta desciende vertiginosamente hacia las llanuras de la costa.










Las llanuras tropicales que bordean el Golfo de Méjico, fueron asentamiento de tres culturas precolombinas, los olmecas, los totonacas y los huastecas. En El Tajin visitamos las ruinas totonacas.







El ritual más conocido de esta cultura que ha llegado hasta nuestros días es el de los voladores.







Dos veces al día en la entrada de estas ruinas se lanzan cuatro voladores, desde un mástil de 30 m. de altura que representa la conexión entre la tierra, los cielos y el inframundo.




Cada volador rodea el poste 13 veces antes de llegar al suelo describiendo un total de 52 giros que simbolizan lo ciclos del calendario mesoamericano.




El Tajin fue un centro político y religioso de la civilización totonaca. Esta ciudad fue construida entre el 900 y el 1150 d.C.







Aunque el conjunto escavado solo abarca un kilómetro cuadrado, siglos atrás esta ciudad ocupaba más de 10 Km2.













La pirámide de los Nichos llamada así porque aloja 365 nichos que representan los días del año.










Las cuatro pirámides que rodean la plaza del arroyo se alzan en los puntos cardinales.










Seguimos recorriendo la costa del Golfo de Méjico con su calor bochornoso y húmedo, provocado por la jungla y los vientos húmedos del Caribe.










La carretera pasa por multitud de pueblos y aldeas y la circulación se convierte en un autentico calvario por los numerosísimos y elevados caballones de asfalto que hacen parar continuamente o provocan un golpetazo si te distraes.




Esta zona de playas se conoce como Costa Esmeralda.










En ella paramos aprovechando las instalaciones de un pequeño hotel familiar.







Lo mejor del clima tropical es que de vez en cuando descarga un chubasco que refresca un poco el ambiente.




Al día siguiente llegamos al recinto amurallado que delimita las ruinas de la ciudad totonaca de Cempoala.




Su nombre significa “Lugar de las veinte aguas” por la cantidad de canales de riego y conductos de agua subterráneos que cruzaban la ciudad.




Esta estructura llamada el circulo de gladiadores era el lugar donde se luchaba a muerte entre un prisionero de guerra y dos gladiadores.




La Gran Pirámide orientada a levante era un templo dedicado al sol.







Junto a las ruinas un pequeño museo muestra algunas de las piezas de cerámica encontradas en la excavación.







Un lugar tranquilo y alejado de los circuitos turísticos que se puede visitar casi en soledad.




Mapas del recorrido.







Filopensamientos y otras cosas……………………..

En esta etapa del viaje hemos visitado varias ruinas muy importantes como se ve en el blog.

 Lo que no se ve y nos lleva machacando por todo Méjico y especialmente en este tramo, son la cantidad de túmulos, muertos, topes o montículos que cruzados en la carretera impiden una normal circulación por ella.

Son tan violentos que te obligan a parar en cada uno de ellos y tan numerosos y anárquicamente puestos que es imposible hacer una previsión de los kilómetros a recorrer.

Lo peor es el machaque que supone el choque con ellos, aunque se haga prácticamente parado.

Habíamos olvidado los países africanos que son especialistas en reducir la velocidad a base de este continuo castigo. Recordamos entre ellos especialmente Tanzania. Pues bien, Méjico, un país que debería estar más avanzado en estos menesteres de la circulación, resulta que esta tan atrasado como los africanos.

Lo dicho, un suplicio permanente y anárquico de porrazos difíciles de olvidar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario