Dejamos el desierto al sur de Namibe y tomamos dirección este hacia
Lubango.
Desde la costa ascendemos a la meseta central por el famoso
puerto de la sierra de Leba, 1700 metros nos marca el altímetro cuando llegamos
a ella.
Lubango es la segunda ciudad más importante de Angola.
A 17 km. al noroeste de la ciudad ascendimos hasta los 2000 m.
de altura, donde están las fisuras volcánicas de Tundavala.
Con una caída vertical
de 1000 m. dejamos caer una piedra y tardó 8 segundos en llegar al fondo.
Los 450 km. que nos separan de la frontera con Namibia
discurren por la meseta donde todavía encontramos algunos restos de la pasada
guerra.
También en el camino vemos los frecuentes mítines ya que a
final de mes se celebran las segundas elecciones libres en democracia.
El contraste entre el progreso y la pobreza nos sigue sorprendiendo,
entre estas dos fotos hay menos de 100 metros.
En esta meseta encontramos hombres y mujeres vestidos de la
forma tradicional. Aunque no hablan portugués conseguimos entender que
pertenecían a la etnia Mumila.
Lo más significativo
del atuendo de esta etnia es el collar con el que se adornan las mujeres, hecho
de una pasta dura del que no se pueden desprender.
Antes de llegar a la frontera una pista infernal nos machacó los
últimos 90 km. El rizado de la carretera era tan fuerte y nos sacudía de tal
manera que llegaron a aflojarse las bridas que sujetaban los depósitos de
gasoil.
La bulliciosa frontera con Namibia.
Por una carretera perfectamente asfaltada entramos en Namibia,
aunque como el burrico, a partir de aquí tenemos que conducir por la izquierda.
Nos dirigimos directamente al Parque Nacional Etosha a 240 km
de la frontera.
Al día siguiente, después de pagar las tasas de entrada (8
euros por persona y día mas 1 euro por el vehículo) increíblemente barato, nos
dirigimos al primer campamento Namutoni, donde compramos un mapa para poder
movernos por el parque.
No nos podíamos creer que nos dejaran movernos libremente por
el parque sin tener que llevar ningún guía, las únicas condiciones eran: no
salirte de las pistas, no bajar del vehículo, no pasar de 60 km/h y estar
en el campamento antes de la puesta de sol, ya que este permanece cerrado por
seguridad hasta el amanecer.
Acostumbrados a los parques anteriores en los que
prácticamente no habíamos visto animales, fue una explosión de vida alucinante.
Como estamos en la estación seca los animales acuden a las
últimas pozas con agua y es allí donde se hacen los mejores avistamientos.
El primer campamento Namutoni es un fuerte alemán, restaurado
recientemente, alrededor del cual están las cabañas y la zona de acampada.
Alrededor de la seis de la mañana ya estábamos preparados para
seguir explorando este parque, que con una superficie de 33.000 km.2 es uno de
los mayores de África.
Recorrimos más de 35 abrevaderos, aunque no todos tenían agua
y no en todos había animales.
La segunda noche la pasamos en el campamento de Halali. Todos
los campamentos tienen un acceso a pie a una charca, donde se pueden avistar
animales durante toda la noche.
En esta pudimos ver elefantes y rinocerontes a la puesta de
sol.
El salar de Etosha es una lago salado en el centro del parque
que mide 140 km. de largo por 70 km. de ancho.
El tercer día tuvimos la suerte de encontrar bebiendo a una
leona en una gran charca. Alrededor de ella más de 300 animales esperaban que
la reina terminara, parecía el Arca de Noé.
En los tres días que permanecimos en el parque recorrimos 452
km. por sus pistas, vimos tal “balamio” de animales e hicimos tantas fotos que
nos cuesta trabajo hacer un resumen de ellas.
Saliendo del parque al atardecer todavía tuvimos una última
sorpresa, ver a uno de los animales más esquivos y difíciles de observar, una
pareja de guepardos.
Unos días después de dejar Etosha llegamos a Opuwo a unos 500
km. al norte, por una buena y solitaria carretera, donde los únicos que
transitaban eran los facóqueros.
En la provincia de Kunene cerca de la frontera con Angola vive
una de las etnias más sorprendentes de África, los Himbas.
Las Himbas se cubren el cuerpo con ocre en polvo mezclado con
mantequilla de vaca y un perfume especial que hacen con hierbas. Sus cuerpos se
vuelven del mismo color que la tierra roja donde viven toda su vida.
Ellas están muy orgullosas de su belleza y parte del día lo
ocupan en su cuidado. Pero nunca jamás se duchan.
Esta etnia vive del pastoreo y admiran tanto a sus vacas, que
para parecerse a ellas, se arrancan los cuatro incisivos
inferiores al cumplir los 11 años.
Aunque ahora algunos son cristianos, ellos siguen creyendo en
el fuego sagrado y su jefe habla con los antepasados a través de las llamas.
Sus chozas están construidas con arena, boñiga de vaca y
madera de mapone.
Nos gusta visitar, conocer y descubrir estos pueblos por
nuestra cuenta y aunque de esta manera lleva más tiempo se produce un
intercambio más natural ya que ellos también sienten la misma curiosidad por
nosotros.
Esta etnia de solo quinientas mil personas, aunque se mantiene
pura en su cultura, qué duda cabe que el turismo la está llevando a vender su
imagen.
Debajo de estos grandes árboles establecimos nuestro
campamento, al lado del pozo que abrieron los islandeses. Les da agua a los
asentamientos de los alrededores y el último día también nosotros aprovechamos
para abastecernos de ella.
El pozo no solo les proporciona agua a los himbas sino
también los dembar de la zona.
África no es fácil de entender, cuando visitamos a esta
familia de himbas nos hizo de interprete una hermana de ellas que como había
ido al colegio no vestía de la forma tradicional y tampoco su abuela como se ve
en la foto.
Mapas del recorrido
Filopensamientos y otras cosas
Hemos recorrido el Parque Nacional Etosha en nuestra propia
casa, haciendo de esta visita una experiencia
gratificante y especial, como cuando parábamos a comer cerca de los
abrevaderos y al despertar de la siesta, las jirafas, elefantes y antílopes
rondaban a nuestro alrededor.
Ya hace un año que emprendimos este largo viaje y no todos los
días han sido así, pero los malos, si los ha habido, ya se nos han olvidado.
Dicen que el éxito es alcanzar lo que uno desea y la felicidad
disfrutar de lo que uno tiene.
Tienes razon en tu "filopensamiento" disfrutar de todo que teneis en estos momentos, que por las fotografias es una maravilla.
ResponderEliminarBesos