sábado, 5 de noviembre de 2011

De DAKAR a la frontera de GAMBIA

Cuando entras a Senegal con un vehículo propio las autoridades aduaneras solo te dan dos días de estancia para que te dirijas directamente a Dakar y solicites los días que necesites.  Esto que en principio parece una cosa sencilla y normal, se transforma en un problema largo, enrevesado y molesto.
El primer problema que te encuentras es que Dakar es una capital con cuatro millones y medio de habitantes, asentada en un saliente de la costa, con una sola entrada por carretera. Esto ya supone 4 o 5 horas de atasco, pues los suburbios de esta se extienden 30 kilómetros del centro. Después nos tenemos que dirigir a la dirección general de aduanas que está en el puerto, justamente en la punta de este saliente y hasta allí llegan todos los camiones pesados que cargan las mercancías que van tanto a Senegal como a Mali.
A partir de aquí empieza nuestro peregrinar burocrático en busca del documento, la firma, el impreso, el sello, la oficina y demás…de un lado a otro de la ciudad. Resumiendo, una semana de papeleo para conseguir que nos dieran dos meses de estancia, para ellos una importación temporal. Si hubiéramos llevado el Carnet de Passage esto habría sido menos complicado.
Es difícil calificar esta ciudad, así que vosotros mismos juzgar por las fotos, que también son difíciles de hacer para que sean significativas.








Nada más abandonar el centro de la ciudad comenzamos a cruzar los distintos barrios y pueblecitos que conforman una maraña de calles y mercados. Estos últimos están abarrotados de corderos que llevan semanas viviendo en esos emplazamientos, pues está muy próxima la fiesta del Tabaski y cada familia tiene que comprar el suyo.




A las tres de la mañana, cuando el tráfico todavía duerme salimos de la ciudad con muchas ganas de ser libres de nuevo.
Las playas al sur de Dakar son las más bonitas y por lo tanto las más turísticas y concurridas, aunque como siempre, nosotros encontramos nuestro rincón de paz.



Bajando hacia Gambia descubrimos los primeros poblados con las construcciones típicas del África negra.
No nos deja de sorprender el cruce de las distintas poblaciones, cuando la carretera nacional es invadida por los distintos mercados, cerrando el paso de tal manera que tenemos que preguntar constantemente si la carretera continúa ya que prácticamente desaparece por el gentío que allí se concentra. (Las fotos están hechas desde la cabina del camión)



Mucho antes de la frontera la carretera se convierte en pista.



Las horas centrales del día siguen siendo duras por el calor y las paradas para comer las hacemos cuando encontramos una buena sombra.



Unos cientos de metros antes de llegar a la frontera de nuevo surge el asfalto.
Aquí nos reciben con un how are you ? estamos en un país anglófono. Por lo demás nada cambia, pues los aduaneros siguen siendo igual de corruptos.


Gambia se extiende unos pocos kilómetros al norte y sur del rio del mismo nombre y corta horizontalmente a Senegal, dejando solo al sur la región de la Casamance.
Se puede cruzar por dos puntos con transbordador, uno en la costa que te lleva a Banjul la capital o por el interior, entre Farafenny y Soma, que es la que nosotros elegimos para bajar a la Casamance.
Desde la frontera hasta el rio seguimos por la pista de tierra, allí nos encontramos un camión que había volcado. Es raro el día que no vemos algún accidente motivado por el mal estado en que se encuentran las carreteras y los vehículos, y  la velocidad a la que acostumbran circular.



Después de cruzar alguna aldea llegamos a la zona de embarque, bueno dos kilómetros antes nos ponemos a la cola de dos filas interminables, donde más de doscientos vehículos entre camiones, autobuses, furgonetas y algunos turismos están parados. Quedando el centro libre para los que circulan en dirección contraria.


Algo tan sencillo como mantener este simple orden, en África se convierte en una causa perdida. Son incapaces de quedarse uno detrás de otro y a la mínima que pueden, sin el menor reparo salen disparados para adelantar al que le precede provocando una estampida que genera un tapón de decenas de autobuses y camiones. Evidentemente cuando llegan los del otro lado no pueden pasar y entonces la que se lía de gritos y discusiones es inenarrable.


A la hora aparecen unos militares armados con fusiles y porras para poner orden, pero la situación es de tal magnitud que les sobrepasa. Más tarde llega un oficial con más soldados que consigue abrir un pasillo para que puedan circular los que vienen en sentido contrario.
Pero no pasa mucho tiempo desde que se van los militares para que esta misma situación se repita una y otra vez, durante las treinta y dos horas que nos llevó embarcar, sin poder bajarnos de la cabina pues cada nada había que adelantar un metro el camión o te pasaban por encima. Pensábamos que de allí no salíamos sin que nos dieran algún porrazo, ya que fueron muchos los golpes entre unos y otros.


Cuando llegamos a las proximidades del puerto vemos atracado un enorme transbordador, cinco veces más grande del que utilizaban. Como es el buque insignia del Presidente no se puede utilizar hasta que pasen las próximas elecciones.



Después de 32 horas sin dormir, cuando llegamos al embarque nos piden el ticket de pesaje del camión. Nadie hasta entonces nos había dicho nada al respecto. En un chamizo cercano, un viejo usurero, contando billetes nos dice que no nos deja embarcar, tenemos que retroceder diez kilómetros para pesar el camión. Esto ya te desborda, piensas que haces metido en este lio y aguantando esta sin razón, donde ni el más mínimo sentido común es respetado.
Todo esto es otra puesta en escena para ver hasta cuanto le pueden sacar a este blanquito que ha caído en sus redes.



Después de vencer todos los obstáculos conseguimos embarcar con la firme convicción de que deberíamos abandonar este viaje.




Cuando llegamos a la otra orilla el balamío era del mismo calibre.



Habría sido más sencillo sin el camión……..



Menos mal que la llegada a la Casamance nos sorprendió tan gratamente que nos hizo olvidar todo lo pasado.




Filopensamientos y otras cosas….
Escribimos estas letras al salir de España, pero hasta ahora no estábamos seguros de decirlas en voz alta.
Cuando llega la hora de partir surgen las dudas y los miedos que te sujetan al mundo civilizado para no dejarte volar.
Después de seis años y medio de navegación con el Calcetines, nuestra arribada a puerto no pudo ser mejor arropados enseguida por familiares y amigos. La vida más placentera en una casa estable con sus comodidades nos atrapa, hasta la caja tonta nos adormece y hemos perdido el hábito de la lectura.
Queremos volar de nuevo hacia otros horizontes y nos vemos obligados a vender nuestro querido Calcetines. Dos años de trabajo culminan con la materialización del nuevo Calce-Team.
El 9 de septiembre del 2011, tres años después de nuestra llegada, partimos de nuevo rumbo sur con los mismos miedos y con las mismas preguntas sin contestar que en nuestra partida hacia el Atlántico.
Ahora dos meses después volvemos a ser nómadas. Cada día está por descubrir………..

1 comentario:

  1. Animo!!! Que ahora empieza la aventura de lo nuevo y desconocido y lo teneis que descubrir para nosotros, los acomodados del sofa y el plasma.
    Un beso

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