El 12 de septiembre entramos en Perú.
Llegamos a la frontera a medio día y no sabemos si porque se
les había caído el sistema, o porque no tienen sistema, se nos hizo de noche
con el papeleo.
Tumbes es la primera ciudad importante al norte del país. Paramos
a cambiar dinero y activar el teléfono.
La carretera desciende paralela a la costa.
Lo primero que nos llama la atención de este país es la
cantidad de suciedad que hay por todas partes.
El paisaje árido y desértico, nos recuerda al sur de
Marruecos.
Unos 100 km. al sur de Tumbes llegamos a Máncora, considerada
la población costera más moderna de Perú.
Andando por la playa hacia su extremo sur llegamos a la zona
de los pescadores.
Nos sorprende ver que algunos pescadores salen a faenar en
unas balsas de troncos, con una vela cuadra.
En los acantilados, un pacifico piquero de patas azules nos
deja acercarnos casi hasta tocarlo.
Hasta Tucumé tenemos 400 km. de desierto, aunque el subsuelo
debe ser rico en agua ya que encontramos algún cultivo de arroz.
Es increíble la similitud del paisaje con una zona sahariana.
También se asemeja en las modestas y destartaladas paradas de
carretera.
En Tucumé se encuentra un yacimiento arqueológico conocido
como el Valle de las Pirámides, que prospero entre los años 1000 a 1375 d.C.
El tiempo, el agua y el viento han deteriorado enormemente
estas pirámides construidas con ladrillos de barro y argamasa, y en la
actualidad presentan un aspecto de colina de tierra.
Este complejo se compone de 26 pirámides de adobe de unos 40 metros de altura. Las investigaciones más
relevantes fueron realizadas por el noruego explorador Thor Heyerdahl que
encontró evidencias de una cultura marítima precolombina. De aquí su viaje en
la Kon-tiki de Perú a la Polinesia en una balsa de totora.
De las tres pirámides que presentan restos de la cultura
Lambayeque solo pudimos visitar una, donde están los frisos de unos marinos en
una balsa.
Estas pirámides llamadas huacas, que en quechua puede
significar algo así como un lugar especial o espiritual, fueron utilizadas por
otras culturas posteriores como enterramientos. Un grupo de excavación
trabajaba en ello coincidiendo con nuestra visita.
Quizás lo más interesante de este complejo es su museo.
Aquí encontramos este escrito que nos parece relevante.
Seguimos a la ciudad de Lambayeque, que todavía conserva
algunos restos de la arquitectura colonial, donde se encuentra el museo de
Sipán.
En el museo de tumbas reales de Sipán se exhiben los restos
hallados de un gobernante precolombino, considerados los más ricos del Nuevo
Mundo.
Este hallazgo, por el rico contenido de la tumba, es
comparable al de Tutankamón. En el museo, que está prohibido hacer fotos, se
exhiben 1400 piezas de extraordinaria belleza, elaboradas en oro, plata, cobre,
bronce, piedras preciosas y cerámica.
Seguimos hacia el sur rodeados del mismo paisaje desértico que
llevamos desde la frontera.
No mucha gente tiene coche en Perú y el transporte público
está muy desarrollado. En las ciudades pequeñas el tuc-tuc o moto-taxi es el
medio de transporte más generalizado.
Unos 197 km. más al sur y pegado a la costa se encuentra el
complejo arqueológico denominado El Brujo, de la cultura moche. Acampamos muy
cerca de él, en una fría y solitaria playa.
Aquí se descubrió una momia de 1500 años de antigüedad de una
mujer gobernante moche, denominada Señora de Cao.
El complejo consta de varias pirámides (Huacas). En la Huaca
de Cao Viejo, que es un importante santuario moche, fue donde se encontraron
los restos de esta rica gobernanta.
El lugar donde se hallo la tumba todavía conserva parte de sus
pinturas originales.
Seguimos hacia el sur, próximos a la costa y rodeados de
grandes plantaciones de caña de azúcar, llegamos a Huanchaco.
Huanchaco es un pueblo turístico y pesquero, donde todavía
utilizan embarcaciones de totora.
Estas balsas construidas con juncos de totora se denominan
caballitos y solo saben fabricarlas quien las usa.
Mapas del recorrido.
Filopensamientos y otras cosas…………….
La primera impresión después de cruzar la frontera es
desalentadora. La suciedad se acumula en las cunetas como si la costumbre de
arrojar por las ventanas de los automóviles todo lo que les sobra se haya
generalizado.
Más adelante tenemos la visión de los primeros pueblos que
desfilan a lo largo de la ruta, su estado es lamentable, la mayoría de las
casas están a medio construir, o no las quieren terminar o no pueden. El caso
es que los pueblos muestran un estado de dejadez y abandono con esas
construcciones sin enlucir y sin pintar.
A este panorama sucio y destartalado hay que añadir el paisaje
desértico y brumoso sin sol, donde la neblina se mezcla con el horizonte, sin
poder distinguir el cielo y la tierra que se mezclan en un mismo color. Es la
cara opuesta del desierto sahariano de sol y luminosidad.
Días mas tarde cuando contactamos con la gente en las calles,
en los mercados, en las tiendas…llegamos a la conclusión de que los peruanos
son poco simpáticos, amables o educados. Algunos de ellos incluso eluden
contestarnos cuando les abordamos para que nos ayuden con alguna información.
Al principio pensábamos si esto se debía a que habíamos
entrado con mal pie al país, pero cuando hablamos con otros viajeros, nos
confirman todo lo dicho anteriormente.
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