lunes, 17 de octubre de 2016

Rusia, Siberia.


La neblina del amanecer cubría con un fino velo las aguas del Baikal cuando dejamos la isla de Olkhon. 








Tenemos que volver a Irkutsk para retomar la carretera nacional que cruza Siberia de este a oeste.




Pequeñas poblaciones con sus coloridas casas de madera salpican la ruta.







En los pueblos un poco más importantes se alzan, con sus redondas cúpulas, las iglesias ortodoxas perfectamente pintadas.




La decoración interior es excesivamente recargada y dorada.








Los prados y el frondoso bosque son una constante del camino.





El denso bosque deja pocas opciones para poder apartarnos de la ruidosa carretera y pasar la noche en un lugar tranquilo. En esta ocasión lo encontramos al lado del rio Oka. (N53 57 07.4 E102 06 46.5)








En los pueblos siberianos vemos una cierta dejadez y pobreza, ofreciendo un aspecto bastante decadente.
 En verano todas las casas tienen  huertos donde cultivan hortalizas para el invierno.








Las casas construidas con troncos de árboles y  tejados a varias aguas, se diferencian principalmente por los marcos coloridos de sus ventanas.








En Kuitun nos gusto su iglesia construida también en madera.





La carretera transiberiana de casi 10.000 km. que une Moscú con Vladivostok, es bastante desastre. Hay obras constantemente y donde no, el pavimento ondulado y bacheado limita la velocidad a 50 o 60 km/h.








Desde el Baikal a los Urales, Siberia se extiende con toda su grandeza y dureza. Extensos e impenetrables bosques de abetos y abedules forman una barrera infranqueable a ambos lados de la carretera.








Y no todos los días es posible salir de esta muralla forestal para encontrar un apacible y pintoresco lugar a orillas de los abundantes lagos y ríos que nos rodean. Tenemos que conformarnos con un sórdido aparcamiento para camiones.





Otras veces, como en esta ocasión, encontramos una pequeña pista que nos saca de la bulliciosa carretera.





No creemos que haya unas vías de tren más utilizadas que las del transiberiano. Muy a menudo tenemos que parar, para dejar paso a los constantes convoyes que circulan en una y otra dirección.








La tala del bosque ha dejado paso a extensos campos de cultivo de cereal, cambiando un poco el monótono paisaje siberiano.








Cerca del pueblo de Borodino encontramos un lago para pasar la noche. (N55 52 51.4 E94 57 47.3)





Aunque estamos en los primeros días de julio, el tiempo sigue estando fresco y lluvioso, y por la mañana una niebla húmeda cubre el lago.





Pegado al lago, a un kilómetro y medio, por casualidad dimos con un balcón que nos ofrecía una visión distinta del paisaje. Una enorme mina a cielo abierto. (N55 51 59.9 E94 57 12.0)








Los kilómetros se suceden con enorme monotonía, con la vista puesta en el asfalto y nuestro panorama reducido a la visión de los bosques que lo circundan. 1318 km. después de dejar el lago Baikal, entramos en la ciudad de Krasnoyarsk.








Krasnoyarsk es una de las grandes ciudades siberianas, con casi un millón de habitantes y escaso interés turístico. Sin embargo al sur de la ciudad se encuentra la Reserva Natural Stolby.








Es un buen lugar para pasar la noche y andar unas horas por el parque, ya que en Siberia es prácticamente imposible adentrarse en sus bosques.








Aunque estamos rodeados de una exuberante naturaleza, en todos los kilómetros que llevamos, el único animal que hemos visto es esta pequeña ardilla.





Nos encontramos con una simpática familia canadiense, que hacían su viaje en el transiberiano y quedamos en vernos el próximo año en su país.





Dejamos la ciudad por la mañana cuando todavía una espesa niebla cubría el rio Yenisey.








La lluvia está presente casi todos los días y el intenso tráfico de camiones obliga a ir concentrado.





Entrando en Mariinsk vimos numerosos bañistas en las orillas del rio Kiya, aunque para nosotros el tiempo está fresco y las aguas del rio frías.





También nosotros aprovechamos para pasar la noche junto al rio.





Las carreteras rusas son una continua sorpresa, pasas de un asfalto regular a malo, o ni siquiera hay asfalto.





El denso bosque continúa a ambos lados de la carretera y solo nos deja ver más allá cuando cruzamos uno de sus numerosos ríos.








A 603 km. de Krasnoyarsk llegamos a Tomsk.








Esta ciudad conserva numerosos y antiguos edificios de madera, en parte, por quedar aislada económicamente con su negación al paso del transiberiano.













 Sobrevivió como ciudad universitaria y en la actualidad cuenta con media docena de las mejores facultades.





Entre los edificios religiosos visitamos una iglesia ortodoxa y la mezquita roja, sacrílegamente utilizada como fabrica de vodka en la era soviética.








Pero la imagen que mejor define este país es la mezcla de las nuevas construcciones con las fábricas abandonadas y oxidadas de su desmesurada industrialización del siglo pasado.





Mapas del recorrido.








Filopensamientos y otras cosas……….

Rusia es el país más grande del mundo y la mayor parte de el corresponde a Siberia, que se extiende desde los montes Urales al océano Pacifico.

Fascinación, curiosidad e inquietud son probablemente las tres emociones que nos produce adentrarnos en este territorio escasamente poblado, cubierto de bosques impenetrables, donde discurren miles de ríos e incontables lagos.

Inquietud por los atroces acontecimientos de su reciente historia, la deportación a los campos de trabajo, gulag, que tan vivamente han recreado en el cine o hemos leído de numerosos autores.

Y la curiosidad que es innata a todo viajero, aquí se potencia al adentrarnos en este duro y cruel territorio, hasta hace unos años, prohibido a los extranjeros.

Aunque después de dejar el lago Baikal, las palabras que más se ajustan a nuestro pensamiento sean las de decepción y aburrimiento.

Decepción al contemplar la naturaleza virgen y salvaje y no poder penetrar en ella ni unos metros, no hay accesos a los lagos, ríos o montañas y entonces todo se queda en el tedioso aburrimiento de circular por la carretera con dos murallas impenetrables del bosque a uno y otro lado.


1 comentario:

  1. Hola Pareja. Visto lo visto, nos vamos a pensar muy mucho nuestro próximo periplo. Demasiada carretera mala y mucha monotonía.
    A seguir bien.

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