jueves, 3 de diciembre de 2015

Tailandia, antiguo Reino de Siam.


Dejamos Lampang y por la nacional 11 nos dirigimos hacia el sureste. En el punto de GPS N 17º 58’ 19.8’’ E 99º 55’ 19.6’’ nos desviamos hacia el norte por una pequeña carretera asfaltada.




Ocho kilómetros después cruzamos el rio Yom y llegamos a un pequeño parque ideal para acampar.







Junto al rio, en un acantilado de caliza, una escalera ascendía hacia la entrada de una cueva.




Desde la infancia la montaña ha sido mi gran pasión y la espeleología iba asociada a ella. De ahí mi interés en visitar estos mundos subterráneos.







La asociación de piedra caliza, las continuas lluvias que se dan en el sureste asiático y el paso de miles de años dan lugar a estas catedrales naturales.







Ahora tomamos hacia el sur por la comarcal 101. No podemos evitar pensar en la falta de agua de nuestra tierra murciana a la vista de los numerosos ríos que cruzamos.




Ochenta kilómetros después llegamos al importante conjunto arqueológico de Si Satchanalai.




Este enorme parque histórico, de 720 hectáreas,  está incluido en el patrimonio de la humanidad por la Unesco.







Si Satchanalai está en un emplazamiento muy bonito rodeado por un foso junto al rio Yom, un agradable paseo entre colinas.







Estas ruinas datan de los siglos XIII al XVI. En algunas paredes todavía se conservan los estucos originales.




En el complejo destaca el templo de Wat Chang Lom, una estupa acampanada rodeada por elefantes. Fue construido en el centro del recinto real en 1285 por el monarca Ramkhamhaeng.




Continuando nuestro viaje hacia el sur, a unos 60 km. llegamos a Sukhothai ( el amanecer de la felicidad).







Este fascinante parque histórico abarca 45 km2 y fue la primera capital  del reino de Siam.







Tras expulsar a los invasores jemeres comienza la primera dinastía thai con el reinado de Indrathit en 1238.







Estas ruinas, patrimonio de la humanidad, son de las más importantes que tiene Tailandia. Estas enclavadas en un bello entorno, rodeadas de jardines y grandes lagos. Para nosotros lo peor fue el calor húmedo de estas llanuras centrales.







Dejamos atrás estas legendarias ruinas y nos dirigimos hacia la frontera con Laos que es nuestro próximo destino. La carretera transcurre paralela a uno de los múltiples ríos, que con sus revueltas aguas teñidas de tierra, descienden de las montañas.




A la orillas de la carretera vimos aparcados multitud de coches y paramos picados por la curiosidad. Una pequeña cascada en el rio y unas pozas creaban unas playas dónde la gente acudía a bañarse.







Un puente, suspendido por cables de acero, unía ambas orillas.




El pollo a la brasa es la típica comida popular en estas excursiones.







De allí ascendimos al parque nacional de Phuruea, a 1340 m. de altitud. Queríamos pasar unos días en la naturaleza, pero sobretodo alejarnos del bochornoso calor de las llanuras.













Un sendero entre arboles envueltos en bruma nos conduce hasta la cima, y aunque prometía una vista espectacular del entorno, no las pudimos ver porque estuvo todo el tiempo cubierto de nubes y lluvia.







Bajando de las montañas nos rodean extensas plantaciones de caucho, donde se obtiene la blanca y apestosa resina.







La cueva de Erawan es nuestro próximo destino y como en otras ocasiones, esta también se dedica al culto de deidades budistas. (N 17º 20’ 41.9’’ E 102º 01’ 15.5’’)




Una larga escalera nos conduce a la entrada presidida por un enorme buda.




Aunque la cueva está parcialmente iluminada, cuando descendemos y nos adentramos en ella, sus gigantescas proporciones te asombran e intimidan.







Después de recorrer un largo trecho llegamos a una colosal estancia donde una redonda estalagmita es venerada como una divinidad.







Ya de camino a la frontera con Laos nos llama la atención un parque sobre un yacimiento de restos de dinosaurios. Aunque estaba muy bien montado y era muy llamativo, el lugar no tenía interés pues los huesos fósiles encontrados se los habían llevado al museo de la capital.







Desde que entramos en este país hemos podido constatar la veneración y el respeto que los tailandeses profesan a sus reyes, en todos los pueblos y ciudades, organismos, escuelas, universidades……..siempre están presentes.




Poco después iniciamos los trámites aduaneros para salir del país.




Mapas del recorrido.









Filopensamientos y otras cosas……………

A Tailandia se la conoce como la tierra de la sonrisa y es que casi cualquier persona con la que intercambies una mirada, te la regala como una sincera expresión de bienvenida.

Los tailandeses, además con su actitud amable y relajada, fruto de la filosofía budista que impregna cada rincón del antiguo reino de Siam, contribuye generosamente a que el viaje por su tierra sea una maravilla.

Quizás la única pega que podemos contraponer a este relajado país, sea su caluroso y húmedo clima, la temperatura siempre es elevada y en algunos lugares como Bangkok la media máxima no baja de los 30º en ningún mes del año.



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