sábado, 19 de julio de 2014

Turkmenistán.


Turkmenistán es el país más complicado para visitar de Asia Central y solo es posible obtener un visado de tránsito de cinco días. La aduana no fue especialmente difícil, aunque tuvimos que pasar un meticuloso registro, con perros incluidos y además pagamos 163$ de seguro, uso de carreteras y tasas de gasoil, así como 22$ por los trámites.




El paso fronterizo de encuentra en lo alto de las montañas Zagros, de allí se baja vertiginosamente hacia la inmensa llanura que es la Republica de Turkmenistán. Una valla electrificada y con rigurosa vigilancia separa los dos países, denotando que entramos en una férrea dictadura.




En pocos kilómetros pasamos del suave clima montañoso al sofocante calor de la capital, Asjabad.




Conforme entramos en ella, nuestra sorpresa va en aumento, descubriendo una fastuosidad y grandiosidad difíciles de entender en un país relativamente pobre.




La mayoría de los numerosos edificios, son de unas proporciones gigantescas, con unas calidades de construcción inmejorables y todos ellos revestidos de mármol blanco. Como el ayuntamiento.







La ciudad está decorada y jalonada por suntuosas fuentes de fantasía y plazas con llamativos monolitos y aunque para nosotros las ciudades nunca han sido relevantes, esta es llamativamente diferente a todo lo que habíamos visto hasta ahora.







Dicen de este país de 5 millones de habitantes que 4 de ellos son funcionarios. No hay un solo momento en el no tengamos alguno vigilándonos y todas las fotografías tienen que ser robadas, especialmente las del gabinete presidencial. (Observar el detalle de la parada de autobús…)




Todos los edificios, desde la universidad hasta los pabellones de deportes, están construidos en la misma línea, es como si el nuevo emperador del siglo XXI estuviera construyendo la Samarcanda del futuro.










Hasta los parques están super cuidados y vigilados. El traje tradicional de la mujer turkmena es largo y colorido, pero no es obligatorio como en el país vecino.




Y los niños se divierten como tales.




Atrás dejamos Asjabad y con rumbo norte, casi sin darnos cuenta, nos adentramos en el desierto de Karakum.




Tiene fama de ser el más caluroso de los desiertos de Asia Central, pero cuando nosotros pasamos a finales de mayo, las temperaturas todavía se podían aguantar y por la noche incluso refrescaba.







En este desolado espacio nos extraña descubrir un pequeño lago y como enseguida el agua da cobijo a la vida. ¿De dónde habrán salido estos flamencos?







A unos 160 km. de la capital llegamos al desolado oasis de Jerbent.







Una colección de chozas como hogares, camiones abandonados, depósitos oxidados, hornos de pan, camellos que deambulan por sus calles……...







Jerbent  está siendo consumida despacio por el desierto, cuyas arenas continúan volando de sus abrasadoras dunas. A pesar de todo nos ofrece una visión de vida rural turkmena, como estas mujeres haciendo pan.




Continuando hacia el norte vemos por primera vez las yurtas, la vivienda tradicional de Asia Central.




En la zona de Darvaza, en el centro del desierto, los rusos exploraron en busca de gas en 1950, creando unos cráteres artificiales. El primero que vemos tiene agua en el fondo y de él salen continuas burbujas de gas. (N 40º 02’ 42.9’’ E 58º 25’ 44.4’’)




Continuando la carretera, a unos 14 km., encontramos el segundo cráter. En su interior unas llamas y unos lodos burbujeantes dan fe del gas que aquí emana desde entonces. (N 40º 10’ 01.6’’ E 58º 24’ 49.3’’)







Los cráteres más espectaculares están dejando la carretera a unos 14 km.  Pero la pista con mucha arena desciende hacia el fondo de un valle y  pensando en la subida que se puede convertir en una trampa, decidimos no continuar pues solo nos quedan tres días para salir del país y no podemos arriesgarnos a quedarnos clavados en la arena en medio de este desolado desierto. (N 40º 11’ 46.3’’ E 58º 24’ 43.2’’)




La soledad del desierto se percibe especialmente al caer la noche.




En estos parajes inhóspitos viven muchos pequeños animales adaptados al medio, como este simpático lagarto.




Unos 460 km. después de Asjabad el desierto empieza a remitir y verdes yerbajos se extienden a los lados de la deteriorada y rota carretera. El asfalto es tan malo que se crean pistas paralelas.







A lo largo de 2000 km. el rio Amur Darya delimita la frontera norte de Turkmenistán. Nace en el Pamir, cerca de Afganistán y cuando la intensa evaporación producida por el calor del desierto no lo impide, desemboca en el encogido  Mar de Aral.




Junto al rio pasamos la noche y unos pescadores turkmenos nos invitaron a un áspero te y a un fuerte vodka.







La pésima carretera continúa entre cultivos y manadas de camellos.




Por algunos puentes da miedo pasar. Después del despilfarro que hemos visto en la capital no entendemos como mantienen las carreteras en tan mal estado, teniendo en cuenta que solo existen cuatro carreteras importantes en el país.




Casi en la misma raya fronteriza, en el extremo norte del país, quedan las ruinas de Konye-Urgench que son Patrimonio de la Humanidad.




Muy poco queda del reino de Jorezm, destruido en 1221 por las hordas mongolas de Gengis Jan. Los restos más importantes que se conservan son los de la tumba del sultán Mohamed II.




Entre las ruinas destaca un alto y solitario minarete.




Por la zona quedan esparcidos algunos mausoleos, así como la puerta de entrada a un palacio.







Todo el turismo en este país es local y les llamamos mucho la atención. Todos quieren hacerse una foto con nosotros.




El pueblo en la actualidad tiene unos 15.000 habitantes y en él lo único interesante es un pequeño museo y tres mausoleos de los siglos XIV al XVII.







Nos sorprendió un  fuerte  aguacero que lo convirtió todo en un gran barrizal.




Cinco días fueron suficientes para cruzar el país y por suerte no tuvimos ningún contratiempo, incluso a pesar de los numerosos controles de la policía que lo único que buscan es sacarse una propina.
Esta alambrada de espinos, más propia de una finca, es la frontera de salida de este país.







Mapas del recorrido.








Filopensamientos y otras cosas……..

Seguimos la ruta del escritor Ruiz Gonzalez de Clavijo, que Enrique III de Castilla envió a la corte de Tamerlan en el corazón de Asia.


El 21 de Mayo de 1.403, parte la comitiva del puerto de Santa Maria, Cádiz, atraviesa el Mar Mediterráneo y a través del Estrecho del Bósforo, llega al Mar Negro. Desembarca en la ciudad turca de Trebisonda, la actual Trabzon, donde continúa por tierra cruzando Turquía, Irán, Turkmenistán y penetrando en la Gran Bukara, la actual Uzbekistán, cuya capital Samarcanda, alberga la corte de Tamerlan.